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-Bienvenido a mi humilde morada

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-Bienvenido a mi humilde morada. -Abrí la puerta del departamento y dejé que el chico pasara, para luego cerrarla con un leve ruido; evitando romper el ensimismamiento que el crema había adoptado.

-¿Humilde dices? -Axel tenía la vista puesta en la pared de cristal, tras la que se podía ver toda Inazuma; y su mirada no se despegaba de aquel paisaje urbano.

-Humilde digo. -Sonreí divertida y dejé las maletas de ambos en mi cuarto, para luego sacar las cosas de la bolsa con compra que Gero había dejado en la encimera y comprobar que tendríamos para almorzar. «Así que pasta... Buena elección Gero»-. ¿Axel, te gusta la pasta?

El chico se giró hacia mí, expresando confusión en la mirada y acercándose para ver los ingredientes de la encimera.

-¿Qué es la pasta?

En el momento que oí su pregunta dejé caer el paquete de sal que llevaba en mis manos, abriendo los ojos como platos y por dentro, sin duda, sintiendo que me gastaba una muy mala broma.

-¿Es en serio? -Axel asintió convencido, y tuve que creer que el chico desconociera la pasta-. Pues es, amigo, la mejor comida del mundo. Y, ¿qué mejor que una italiana para que te la prepare?

Tras enterarme que Axel sabía cocinar le mandé a cortar tomates, para hacer una rica salsa y rematar la pasta fresca que yo estaba preparando. Porque que yo le hubiera invitado a comer no significaba que no hiciera nada ¿Cierto?

[...]

-Valió la pena todo este trabajo, lo juro. Ahora vas a probar la mejor pasta del mundo, así que prepárate. -Enrollé un buen puñado de espaguetis en mi tenedor, y Axel intentó imitarme demostrando su inexperiencia con aquel tipo de cubierto.

«De verdad... Sabe utilizar unos palillos de lo más incómodos pero se lía con un tenedor, no hay lógica».

- ¿No puedo usar palillos? -La mirada del chico suplicaba porque le diera la opción, y aunque me molestaba el hecho de que comiera mi preciada pasta con palillos, no tuve más opción que acceder; sabiendo que si no lo hacía posiblemente él no comería nada-. Perfecto, ¿empezamos ya?

Asentí convencida y probamos el primer bocado a la vez, yo más atenta en el rostro de mi invitado que en mi propia comida. La cara de Axel parecía pensativa, y por su rostro, diría que estaba degustando el plato. Tras pasar algunos minutos temí que no le hubiera gustado, pero una leve sonrisa en su rostro me dio la tranquilidad que necesitaba... «Esa leve sonrisa era de aceptación, porque él nunca admitiría que estaban ricos. Sobretodo sabiendo cómo haría aumentar mi ego».

- No es demasiado horrible -La sonrisa ladeada que dibujó en su rostro tras aquel comentario encendió una pequeña chispa dentro de mí, y no pude evitar explotar; comprendiendo en el fondo que eso era lo que quería él.

- ¡¿Cómo que: "No demasiado horrible"?! Lo dices porque no quieres admitir que está fantástica. -Me crucé de brazos victoriosa y esperé la rendición de mi invitado, el cuál no parecía querer enterrar el hacha de guerra todavía.

Cara [Inazuma Eleven]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora