Oficialmente había cometido una locura: ¿Cupido aprendiendo a amar? Eso tal vez eta algo raro de ver, pero algo en los ojos de Abraham me hizo confiar en él.
Primero comenzó con explicarme el significado de la palabra, me dio ejemplos de oraciones.
–Mis padres se aman. –Lo miré un instante y él hizo el gesto de estar pensando en otro ejemplo. –Ellos podrían amarse. Ella podría amarlo.
Y así pasamos casi un mes: aprendiendo a amar con Abraham y Cupido. Nuestros encuentros cada vez eran más seguidos, al igual que las salidas a recorrer la ciudad.
Hasta que llegó el día en que Abraham se quitó el peso que –supongo –llevaba hace algún tiempo.
–Otro ejemplo podría ser... –hizo como si estuviera pensando, pero parecía nervioso –yo te amo.
Mis ojos se dirigieron rápidamente a los de él y él, aun nervioso, me mantuvo la mirada.
Abraham me había dicho que los humanos aprender a enamorarse. A amar. Tú puedes decidir: puedes seguir insistiendo o quedarte apartado. Me dijo que era un hermoso sentimiento, pero que habían personas que creían que era un juego: el que se enamora, pierde. Y de algún modo era cierto si ese amor no era correspondido.
–Perdí. –Soltó sorprendiéndome aún más.
–Abraham...
–No te preocupes, Cupido, soy un buen perdedor. –Esbozó una sonrisa triste. –Creo que ya debo volver a casa, mamá estará preocupada.
Apartó la mirada de la mía y la dirigió al pavimento, otoño ya estaba en su mayor potencia y dentro de algunos días comenzaría a llover. Abraham metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se puso la capucha para empezar a caminar rumbo a su casa.
Mi cerebro se tardó en procesar lo que había pasado: Abraham me amaba, él era uno de los mejores humanos que había conocido, él podía verme, él podía hablarme y escucharme, él me había enseñado acerca del amor siendo yo Cupido, él se está yendo y sé que no habrá un "nos vemos mañana" se irá y punto. Lo estoy perdiendo.
Corrí hacia él. Había caminado rápido o yo me había demorado mucho.
– ¡Abraham! –Grité para que me escuche. – ¡Abraham!
Se dio la vuelta al momento en que mis pies se despegaban del suelo en un impulso para alcanzarlo más rápido. Salté hacia él y si yo fuera una chica normal posiblemente hubiéramos caído por el poco equilibrio que este tenía, pero yo era Cupido y mis alas hicieron que nos quedemos quietos.
–Cupido. –Susurró y pude ver sorpresa en su rostro.
–Abraham, yo también perdí –esbocé una sonrisa, la más grande que había hecho y pude ver que él también comenzaba a sonreír –yo también te amo.
Y sin esperar otro segundo, fui yo quien lo besó.
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El amor de Cupido
Short Story¿Qué pasaría si te dijeran que Cupido en realidad existe, pero no puede ser visto por nadie? Cupido siempre ha creído eso, sin embargo algo o alguien romperá todo eso, todo lo que ha creído hasta ese entonces con un simple "hola" y una mirada a los...