Corrí en cuanto me enteré, bueno, en realidad no corrí, porque tuve que usar mis alas para llegar a tiempo.
No sabía cómo había llegado ahí, pero solo supe que, cuando fui a visitar a Abraham y él no estaba en su habitación, solo estaba su padre quien me dijo que mi novio lo habían tenido que llevar a emergencia al hospital, no pensé ni un segundo y abandoné el edificio lo más rápido que pude, su padre, John, me dijo que podía llevarme en su auto, pero estábamos en la ciudad de Nueva York y el tráfico era insoportable. Mis alas serían más efectivas.
Llegué a la terraza del edificio que era el hospital, bajé corriendo las escaleras y llegué a la sección donde estaban todos los pacientes con cáncer. Vi a varias personas ahí, entre niños y adultos, busqué con desesperación alguna cara conocida, pero no encontré a nadie.
Abraham.
¿Qué le había pasado?
Un día antes estaba bien, habíamos salido a pasear y luego regresamos a su casa, ahora estaba en un hospital y yo no sabía por qué.
Cáncer.
Esa horrible enfermedad era la culpable y yo, aunque lo hubiese intentado, no pude hacer nada contra ella. Era muy poderosa.
Sentí como las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y las intenté apartar.
Bajé hasta la cafetería del hospital y decidí esperar ahí, por lo menos si alguno de sus padres iba, me podrían reconocer fácilmente con mis alas.
Esperé por más de tres horas, cuando vi a su padre bajar y acercarse a comprar algo. Sus mirada estaba perdida y sus ojos tristes. Sin dudarlo, me acerqué a él.
–Ariadna. –Dijo, asombrado de verme. –Pensé que no habías venido. Te hubiera traído.
–Muchas gracias, señor. –Agradecí y pronto el nerviosismo se apoderó de mí. – ¿Está bien?
–Sí, por suerte, sí –esbozó una sonrisa algo rota –pero tendrá que quedarse por si tiene una recaída, ya puede tener visitas ¿quieres verlo?
Mis ojos comenzaron a derramar lágrimas, pero esta vez de felicidad por saber que Abraham estaba bien.
Asentí con la cabeza.
–Bien, vamos.
Cuando llegamos a una puerta, John simplemente la abrió esbozando una sonrisa.
– Abraham, mira a quién me encontré. –Dijo antes de que yo pueda entrar.
– Estás aquí. –Sonrió.
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El amor de Cupido
Short Story¿Qué pasaría si te dijeran que Cupido en realidad existe, pero no puede ser visto por nadie? Cupido siempre ha creído eso, sin embargo algo o alguien romperá todo eso, todo lo que ha creído hasta ese entonces con un simple "hola" y una mirada a los...