Capítulo 25

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Corrí en cuanto me enteré, bueno, en realidad no corrí, porque tuve que usar mis alas para llegar a tiempo.

No sabía cómo había llegado ahí, pero solo supe que, cuando fui a visitar a Abraham y él no estaba en su habitación, solo estaba su padre quien me dijo que mi novio lo habían tenido que llevar a emergencia al hospital, no pensé ni un segundo y abandoné el edificio lo más rápido que pude, su padre, John, me dijo que podía llevarme en su auto, pero estábamos en la ciudad de Nueva York y el tráfico era insoportable. Mis alas serían más efectivas.

Llegué a la terraza del edificio que era el hospital, bajé corriendo las escaleras y llegué a la sección donde estaban todos los pacientes con cáncer. Vi a varias personas ahí, entre niños y adultos, busqué con desesperación alguna cara conocida, pero no encontré a nadie.

Abraham.

¿Qué le había pasado?

Un día antes estaba bien, habíamos salido a pasear y luego regresamos a su casa, ahora estaba en un hospital y yo no sabía por qué.

Cáncer.

Esa horrible enfermedad era la culpable y yo, aunque lo hubiese intentado, no pude hacer nada contra ella. Era muy poderosa.

Sentí como las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y las intenté apartar.

Bajé hasta la cafetería del hospital y decidí esperar ahí, por lo menos si alguno de sus padres iba, me podrían reconocer fácilmente con mis alas.

Esperé por más de tres horas, cuando vi a su padre bajar y acercarse a comprar algo. Sus mirada estaba perdida y sus ojos tristes. Sin dudarlo, me acerqué a él.

–Ariadna. –Dijo, asombrado de verme. –Pensé que no habías venido. Te hubiera traído.

–Muchas gracias, señor. –Agradecí y pronto el nerviosismo se apoderó de mí. – ¿Está bien?

–Sí, por suerte, sí –esbozó una sonrisa algo rota –pero tendrá que quedarse por si tiene una recaída, ya puede tener visitas ¿quieres verlo?

Mis ojos comenzaron a derramar lágrimas, pero esta vez de felicidad por saber que Abraham estaba bien.

Asentí con la cabeza.

–Bien, vamos.

Cuando llegamos a una puerta, John simplemente la abrió esbozando una sonrisa.

– Abraham, mira a quién me encontré. –Dijo antes de que yo pueda entrar.

– Estás aquí. –Sonrió.

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El amor de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora