Capítulo 22

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Los días habían pasado rápidos y con ellos, las semanas. Ese día, Abraham y Cupido cumplían dos meses de su relación, luego de que el consejo le advirtiera sobre alejarse de Abraham, Cupido decidió ignorarlos y hacer caso omiso a lo que le dijeron. No la habían vuelto a molestar. El problema de por qué podían verla se redujo a que Abraham tenía el alma tan pura como un animal o un niño y eso hacía que las demás personas –cerca a el –puedan verla a ella. Ninguno se opuso a esa teoría.

Ese día, Cupido iba a ser presentada a los padres de su novio. Sus enormes alas aun eran visibles por lo que Abraham ideo una mentira sobre que Cupido era fan de alguna cosa referida a Cupido. Como los japoneses que se disfrazaban de su personaje favorito. Sus padres se lo creyeron, había miles de personas fanáticas.

Cupido tocó la puerta del departamento de los Pitch. Abraham se apresuró a abrir, llevaba unos jeans negros y una camisa blanca. Se veía muy guapo. Y Cupido no se quedó atrás, llevaba un vestido que Abraham le había regalado hace poco, con la espalda descubierta para que sus alas puedan salir, y unos zapatos bajos.

–Te ves hermosa. –Dijo él esbozando una sonrisa.

Y ella se lo agradeció con u beso corto.

Llegaron a la mesa donde cenarían todos, el mismo Abraham la había arreglado y había quedado muy bien.

–Es un gusto poder conocerte al fin, Ariadna. –Saludó cortésmente el padre del muchacho.

Habían acordado que "Ariadna" seria el nombre falso oficial de Cupido.

–El gusto es mío, señores Pitch–Contestó ella, estrechándole la mano a cada uno.

–Preparé asado, espero te guste. –Comentó la madre. –Y por cierto, lindas alas.

–Gracias, señora.

Cupido sonrió y todos comenzaron a comer y conversar de cosas triviales.

Hasta que llegó el tema que Abraham menos quería y nunca se lo esperó.

–Es una alegría que aun exista gente que no tenga prejuicios sobre estar con alguien con cáncer. –Comentó Marie esbozando una sonrisa de agradecimiento para la muchacha.

Cupido no entendió de lo que estaba hablando.

"Cáncer" lo había escuchado antes decirlo por Savir y ahora sabía que era una enfermedad.

La cara de Abraham se desencajó al instante y su madre se dio cuenta.

– ¿Q–Que pasa? ¿No lo sabía? –Preguntó ella comenzando a ponerse nerviosa.

– ¿Q–Que no me dijiste? –Preguntó Cupido girándose hacia su novio.

– Cupido, estoy enfermo. –Lo dijo como resignado. Como cuando alguien será llevado a la horca.

– Pe–Pero te recuperarás ¿cierto?

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El amor de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora