5. Ojos castaño claro

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Albert

—¿Qué hiciste qué? —Carcajeó Gabriel.

—Lo hice porque tú mismo me lo sugeriste y yo también pensé que podría resultar ¡Pero me pasé de tonto! —Dije en tono serio.

—Es verdad, yo te lo sugerí, pero no pensé que lo ibas a hacer con ella —De pronto Gabriel pareció darse cuenta que hablábamos de Sofía y continuo— ¡Y ves que si te gusta! Tantas veces que me lo habías negado. Pero en fin yo te lo había sugerido pensando que lo ibas a aplicar con alguna otra chica, no con ella. Eso solo funciona con las fáciles.

—Sí, sí... me gusta, pero ya. Además eso lo pudiste haber mencionado mucho antes. Eso me pasa por andar siguiendo tus tontos consejos.

—Bueno, bueno. Está bien, para la próxima te lo explico con dibujitos —Respondió Gabriel con ironía— Hey por cierto, hoy es la doble cita con Katherine y Carmine.

—No voy a ir —Dije.

—¿Cómo qué no vas a ir? Es hoy y no puedes cancelar, te dije que todo ya estaba arreglado.

—Así es, no iré. Porque no quiero y porque no me pediste ni siquiera mi opinión —Respondí molesto.

—Perdón pues. Andas delicado.

—Ya sabes las razones —Suspiré—. Bueno creo que me voy, tengo que ir a la casa de vuelta y luego a la biblioteca a entregar y revisar unos libros.

—Vale, ve. Nos vemos luego.

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Entrando en la biblioteca saludé a Marry, la bibliotecaria. Y solo con eso bastó para que ésta me dejara pasar sin mostrar ningún carnet de cliente registrado ni nada. Entregué los dos libros que me había llevado la semana pasada y ésta los tomó y metió en una que tenía escrito "Por ordenar" en marcador negro, los cuales pronto tenía que volverlos a colocar en sus respectivos lugares.

—¿Marry, hay alguna escalera desplazable desocupada?

—No. La última la pidieron hace unos diez minutos.

Aunque no era primera vez que esperaba que alguna se desocupara esta vez me sentí desesperado. Me senté en los cómodos muebles de cuero marrón bien acolchados que estaban preparados a modo de sala de estar a la entrada de la biblioteca y allí esperé mientras hojeaba algunas revistas con fecha de hacía cinco meses.

Una hora después una escalera se desocupó y comencé a usarla para buscar un par de libros en la séptima fila. Mientras estaba allí, una silueta conocida me llamó la atención, parecida a la de Sofía. La silueta caminaba hacia la recepción de la entrada donde le hacían el registro de dos libros, los metió en una bolsa reciclable y prosiguió a salir de la biblioteca con prisa. Pensé que podría haberme equivocado y luego lo confirmé recordando lo que ella misma me había dicho: que iría a casa de Gisell.

No, no podía ser ella. No la creía capaz de mentirme.

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Volviendo a casa, dejé los libros en la mesita del recibidor, dándome cuenta que mi estómago rugía por alguna merienda por lo que me dirigí a la cocina a ver qué podía comer. Saqué unas fresas que estaban en una bandeja de plástico y tomé la lata de leche condensada y me dispuse a verterla sobre las fresas, alcancé un tenedor tome asiento allí mismo en el mesón de la cocina y las comí.

Al haber terminado recogí los libros de la sala de estar y los lleve a mi cuarto, tomé uno, el más grueso: "Rojo y negro" cuando iba a comenzar a releer la sinopsis ella vino a mi mente; todo por consecuencia del recuerdo de la chica que vi más temprano en la recepción de la biblioteca. Solo por curiosidad llegué hasta la computadora y la encendí mientras leía la sinopsis del libro.

Instante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora