17. Personalidades en almas

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Albert

Ser fuerte en momentos donde te sientes totalmente destruido, no es algo fácil, pero tampoco imposible. Pude salir de allí, frente a su mirada sin derramar una lágrima. ¿Que quizá notó las ganas que tenía que hacerlo? Pero no lo demostré del todo.

Dos ocasiones, dos rechazos. Faltaba un intento. ¿Sería cierto eso de "La tercera es la vencida"? Aún no lo sabía, pero solo sabía, que sí lo intentaría una vez más, sin importar lo que sucediera.

Muchas personas, al saber de esto sé que dirían que ya debería de haber sacado bandera blanca por derrota. Pero podría decir que esas personas quizá no conocen ese momento cuando se encuentra alguien y que solo son nuestras almas espirituales las que se aceptan el uno al otro en amor, pero que físicamente aún no están dispuestos ni siquiera a darse un saludo o siquiera dar un paso más adelante en unión. Esas marcas que nos dejan interiormente esas personalidades en almas.

Entonces sé que no me quedaría en un segundo intento. El tercero, estaría por comenzar y no me rendiría hasta saber exactamente cuál podría ser el resultado de todo eso. De tres intentos. A ver si las estadísticas me arruinarían bajo la verdad o si yo rompería lo cotidiano de las mismas. Una decisión, unas palabras bien pensadas para decir era lo que luego afrontaría, lo que no sabría si decírselo la próxima vez que la viera o... esperar más tiempo.

Era algo que me lo debía de pensar bien, no sería cualquier cosa, como para tomarla a la ligera.

Cuando terminé de hablar con Sofía, iba a ir a la casa de Gabriel, pero decidí ir mejor a casa. Cuando llegué, me recosté un rato en el sillón de la sala a mirar por la ventana que daba a la calle. Perdido en absolutamente "nada". Sentía la mente vacía. En blanco. Descerebrado. Eso me hizo reír ¿Descerebrado por amor? ¿Era posible? No lo sé, pero así me sentía.

En ese momento vi el auto de mi madre entrar en el garaje y bajar con algunas bolsas de las compras, me apresuré para abrirle la puerta, pensé que un saludo sería lo primero pero fue un:

—Albert, ayúdame que en el auto quedan algunas bolsas.

—Voy.

Salí al garaje, saqué las bolsas y las llevé hasta el mesón de la cocina, donde mamá ya se encontraba arreglando los artículos en la despensa.

—¿Y papá? —Pregunté.

—Está en casa de tu abuela.

—¿Por qué no fuiste? ¿Por qué no me llevó?

—Porque... tenía que hacer las compras y porque... ¿Estabas en la universidad?

—Cierto.

La ayudé un poco pasándole los artículos que había comprado y cuando terminé me fui al cuarto a seguir leyendo. Por las evaluaciones finales no había podido continuar mi última lectura. Allí me perdí en mi mundo un buen rato leyendo, aunque era corto por el poco tiempo que tenía no me había hecho avanzar ni comprender casi, así que preferí comenzarlo de nuevo. Releí hasta los datos editoriales.

Luego que avancé más de la mitad del libro en dos horas, coloqué un marca libros entre sus hojas, lo dejé sobre la mesa y encendí el televisor a ver que podían estar pasando de bueno. Canales de animales, que aunque eran interesantes, casi siempre decían lo mismo. De ciencia, los veía siempre y cuando hubiera algo interesante que ver. Caí en un canal de películas, pasaban una película que ya había visto un par de veces, pero que no me cansaba de verla, así que la dejé. Me distraje un buen rato riéndome por cosas de la película, ya que era acción-comedia.

Instante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora