32. Relajación en la playa

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Sofía

Me alegré mucho al saber que antes de aquella defensa podría relajarme. Aunque hubiera sido buena luego de la defensa, pero ya había planeada una pequeña reunión en casa de Gisell.   

Esa misma noche luego de haberme dado la noticia e irse, me dispuse a ordenar varias cosas de las que me llevaría, armé un bolso como si de una fuga se tratara.

Caminé hasta el cuarto de mis padres y se los comenté.

—¿Con quienes van? —Pregunto mi padre.

—Con Albert, Gabriel y Gisell —Dirigió la mirada a Miranda, buscando alguna respuesta u opinión. Pero no hubo ninguna.

—¿Cuándo regresan?

—Mañana en la tarde.

—Por mi está bien —Salió Miranda de su silencio. Mi padre parecía no estar de acuerdo. Pero a la final Miranda dio más opiniones que lo terminaron de convencer y dar su opinión satisfactoria.

__________  

Albert llegó en el auto que entre los cuatro alquilamos. Me despedí de mis padres, salí y me subí al auto.

En el auto bromeamos lo suficiente, incluso el conductor que al principio era un total desconocido se unió a las mismas.

Hicimos una parada en una gasolinera. Gisell y yo fuimos al baño mientras que vi a los chicos irse a la dulcería a comprar cosas. Al salir vi a Albert hablando por teléfono mientras reía, me le acerqué y cambió su actitud, me pareció algo extraño

—Sí, está bien. Lo haré. Para nada. Claro —Colgó la llamada y me miró nervioso.

—¿Qué pasó? Estás nervioso ¿Pasa algo?

—No para nada —Me dio un abrazo.

El conductor nos llamó para seguir nuestro camino. Volvimos al auto, pero esta vez en silencio. El sueño nos estaba envolviendo. No sé cuantos minutos después Albert me despertó. El recorrido duraba tres horas y media en carretera, pero como íbamos en carro particular, llegamos en dos horas y cuarenta y siete minutos.

Lo miré y me señaló la ventana, cuando miré estábamos en la autopista de toda la costa, de donde se podía ver todo el panorama de la inmensa playa, las montañas que se veían a los lados, incluso un buque carguero muy al fondo de mi vista, el agua reflejaba la luz como un espejo, cristalino. El conductor dio un giro y entramos en un estacionamiento cuando miré estábamos frente a seis grandes edificios que rodeaban al estacionamiento como una fortaleza.

—¿Qué es esto? —Pregunté.

—Será nuestro hogar por estos dos, quizá tres.

—¡¿Qué?! —Exclamó Gisell.

—Así mismo como lo oyeron. Están secuestradas por todo un fin de semana junto a sus novios. Sin salvación alguna.

Ambas nos alegramos, todo un fin de semana en la playa. Además estábamos en otro estado que para la mayoría era desconocido. Me preocupé por mis padres así que no pude evitar anunciar:

—Albert, pero les dije a mis padres que solo sería hoy. Tengo que estar antes de las diez de la noche en mi casa.

—Para nada. Tú te quedas, además eso ya está arreglado. Ya lo llamé.

—¿En qué momento?

—En la única parada que hicimos. Cuando tú te acercaste que estaba hablando por teléfono, era tu padre.

—¿Sabes cómo mover tus piezas en tu juego de ajedrez, verdad? —Asintió. Luego nos bajamos y bajamos nuestras maletas, cada quien cargaba un bolso promediamente grande, incluso con el almuerzo de ese día. Sin embargo me preocupaba el cómo habría reaccionado mi padre, que cosas se dirían.

El conductor se despidió y se fue. Nosotros nos dispusimos a buscar nuestro departamento. Era el edificio B, habitación B-10, había cuatro departamentos por cada piso, estábamos en el tercero donde ya llegaba a mi imaginación la vista panorámica de la costa.

Subimos en el ascensor y encontramos nuestro departamento, amplio, una cocina, dos cuartos, un baño una pequeña sala. Pero acogedor y muy cómodo. Ordenamos las cosas en cada habitación, ambas tenían ventanas de donde se veía el panorama, en la sala también había una.

Lo primero que hicimos fue desayunar, traíamos un hambre voraz, Alber y Gabriel se cambiaron de una vez quedándose en shorts cortos y franelillas, me era imposible quitar los ojos encima de mi novio. Creo que a Gisell le pasaba lo mismo. Primera vez en mi vida que veía a Gisell tan embobada mirando a un chico. ¿En serio Gabriel era buen novio? Me sorprendía por lo patán que era hacia unos semestres atrás.

Nos sirvieron la comida y la devoramos como un boa constrictor. Ellos nos preguntaron que si queríamos bajar, a lo que Gisell y yo nos miramos y pedimos descansar. Lo que no sabía si era una habitación para ella y para mí, o una por pareja de novios. Me sentía confundido. Un miedo comenzó a invadirme. Gisell creo que captó lo mismo que yo y ambas nos fuimos a un cuarto, cerramos con pasador, nos acostamos y nos dormimos.


Instante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora