26. Conversación incómoda

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Sofía

Era ahora o nunca. Vi a Albert nervioso. Sus manos sudaban. Mi corazón también palpitaba muy rápido, como si hubiera corrido un maratón. Hasta los momentos la reacción de mi padre había sido tranquila. No vi ningún gesto como para rechazar.

Cuando le conté a Miranda fue mucho más fácil. Ella lo aceptó, se alegró. Me recomendó fue que le dijera a mi padre antes del mes. Por eso era mi insistencia. Pero estábamos ahí frente a él.

—Me lo imaginé —Dijo muy serio ¿Ya lo sabía, cómo? Fulminé a Miranda con una mirada. Ella movió sus hombros y cuello atrás negando con la cabeza. Si ella no había sido ¿Quién?

—¿Cómo lo sabías? —Pregunté— Si casi nadie lo sabe aún.

—Sofía eres mi hija y te conozco. Comenzaste a actuar un poco más extraña de lo que eres, hace casi un mes. Supuse que había llegado el momento en que habías encontrado a alguien para compartir cariño. Además las salidas continuas con Albert para mantenerlo en la iglesia me parecieron muy continuas —Él tenía razón. Pero no creía que hubiera sido solo por eso.

—Algo más tuviste que ver... —Quise saber. Albert no decía nada, estaba un poco sorprendido. Sudaba.

—No se dieron cuenta aquel día en la plazoleta junto a la iglesia, yo me fui. Y como no llegabas y no avisaste si te habías quedado o no, decidí dar una vuelta y pasar frente a la iglesia de nuevo y vi justo cuando se besaban —¡No podía ser! Por un lado había sido bien, lo sabía, pero... que pena, mi padre nos había visto.

—Ahh... —No supe que más decir. Albert seguía callado mirando a mi padre. Ni siquiera me miraba. De seguro también estaba avergonzado.

—Entonces eso quiere decir que... —Comenzó Albert y dejó la frase en el aire esperando que mi padre la terminara, pero no pasó, la terminé yo:

—¿Aceptas nuestra relación? —Y si se negaba, ya me trazaba muchas cosas en mente para hacer la forma en que él en especial no se diera cuenta que aún estaríamos juntos.

—Tendría que pensarlo... —Respondió. No me iba gustando para nada lo que había dicho— Pero, sí. Está bien. Acepto, tienen mi respeto y confianza. Siempre y cuando no te pases con ella —Le sonreí a mi padre, me levanté y lo abracé.

—Para nada señor Frank —Dijo Albert.

—Gracias —Susurré en su oído, lo mismo hice con Miranda.

Albert igualmente mostró su alegría estrechando la mano de mi padre y abrazando a Miranda.

—Pero eso no es todo —Interrumpió mi padre mientras tomaba de nuevo asiento.

—¿Con qué? —Pregunté. Albert se sentía incómodo, lo notaba en su mirada.

—Antes quiero hacerles unas preguntas.

—¿Cuáles? —Dijo al fin Albert.

—Quiero saber ¿Cómo se han llevado, qué tal se sienten uno junto al otro, que piensan a futuro? Dime Albert.

—Nos hemos llevado muy bien. Se siente bien compartir con alguien como su hija, es única. Es... muy linda y ayuda a complementar mi vida.

—Bien... ¿Y tú Sofía, lo quieres? —¿Qué pregunta era esa? Si era mi novio es porque había comenzado a quererlo.

—Sí, lo quiero. Me gusta, al principio fue... extraño ya que yo nunca lo traté del todo bien, pero él insistió y... estamos aquí —No me sentía ya muy cómoda. Mi padre daba consejos matrimoniales y a novios, pero me sentía absurda recibiéndolos de mi padre, siendo atacada por preguntas que si tenían importancia, pero las cuales no quería contestarle precisamente a él.

Instante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora