35. Accidente

21 5 2
                                    

Albert

Todo había salido muy bien en nuestra defensa. Ya nos íbamos para la casa de Gisell. Un grupo comenzó a salir hasta afueras de la universidad. Moisés se acercó a Sofía y la tomó por un brazo la alejo para hablar con Gisell junto a Sofía. Después Gisell los dejó, se regresó y pasó por un lado, se dirigía hacia atrás.   

Miré de nuevo a Sofía y ella volteó a verme y me sonrió.

Yo solo iba a unos metros tras de ellos, quizá solo a cuatro metros. Pero lo que luego vi fue un caos total. Nadie se dio cuenta, a nadie le dio tiempo para reaccionar. Una camioneta Blazer negra venía a toda velocidad, se montó por la acera y atropelló a un grupo de compañeros de clases, entre esos: Sofía.

Noté como una ficha de domino en secuencia se los fue llevando uno a uno por delante. Otros como yo se salvaron por poco. Moisés fue a dar debajo de la camioneta, mientras que Sofía salió por los aires y dio contra el frondoso árbol, a otros los cauchos de la camioneta pasaron como policías acostados sobre las piernas de algunos. Fue tal cual como una bola de boliche derribando los pinos que quedan dispersados. Fue todo un horror. La camioneta le pasó por encima a Moisés y otros más cayeron dispersados pero igual gravemente heridos. Para mis ojos fueron un horror. Los que íbamos detrás dimos un salto atrás cayéndonos pero observando como pasaba todo en cámara lenta.

Luego la camioneta prosiguió por la acera, se llevó el letrero de madera con el nombre de la universidad, chocó a un auto de un profesor, destrozándole la maletera y prosiguió su camino como si nada a toda velocidad.

Del resto pude escuchar gritos horrorizados, espantosos que de solo recordarlos mi piel se eriza. Llantos inmediatos, insultos, groserías hacia el conductor.

No sé cómo salí de shock y me levanté mareado de ver tanta sangre y me dirigí a donde estaba Sofía sobre el césped, me puse de rodillas, la vi como si solo se hubiera recostado a dormir. Inconsciente. Todo un costado de la cabeza tenía sangre. Su pierna izquierda en una posición en la que naturalmente no debería de estar. Su jean con la manga de la pierna derecha rota hasta la cintura. Pudo ver su ropa interior pero nada de eso importó en ese momento.

La llamé: 

—¡Sofía! —Le grité— ¡Despierta! —Mis ojos se llenaron de lágrimas sin darme cuenta. Rodaban por mis mejillas y caían sobre su camisa azul y rojo ligado. Metí mi mano derecha por debajo de su cabeza, sentí la viscosa sangre sobre mi piel, pero nada me importó. Miré a mí alrededor esperando ayuda. Muchos alumnos de los que estaban en los salones salieron a mirar que había sucedido, incluso algunos profesores y ya muchos estaban con sus celulares llamando a emergencia, otros a la policía, otros quizá llamando a los padres de alguno de los atropellados.

De mi grupo y otros se pararon en medio de la calle pidiendo ayuda. Unos aceleraban otros se detenían a ayudar y montaban uno o dos por auto.

Un profesor se me acercó.

—¡Cárgala, rápido! Te llevaré en mi auto —Hizo seña al auto que acababan de chocar.

La otra mano que tenía libre la puse por debajo de sus rodillas. Levanté primero una rodilla y luego la otra, ya estaba de pie. Ella pesaba pero la adrenalina que corría por mi cuerpo me hacía sentir poco eso. El profesor intentó abrir la puerta de atrás pero había quedado atascada por el golpe. Abrió la delantera y como pude intenté sentarla y luego entré yo.

Para ese momento no supe cuántos alumnos habían sido atropellados. Todos se dirigían a distintos sitios.

—Pon tu mano por donde esté saliendo sangre —Me dijo un poco asustado el profesor. La observé y uno era su cabeza y otro era su costado, puse mi mano y sentí el borde de su seno y por instinto la retiré y miré al profesor asustado. Pareció darse cuenta.

—No importa pon su mano y tapa la hemorragia hasta que lleguemos al hospital.

Me sentí nervioso pero lo hice. Detrás de nosotros venía otro auto siguiéndonos. Esperaba que Gisell les avisara a los padres de Sofía. En ese momento no sé dónde estaba mi celular. Creo que lo había metido dentro de la carpeta. Miré al suelo del carro y no la vi. Supuse que cayó al suelo cuando di un salto atrás. No sé porque me estaba preocupando por un estúpido celular.

Miré el rostros de Sofía, era de tranquilidad. Hasta ese momento ni siquiera me había fijado si aún respiraba. Intenté calmarme un poco y con la mano que tenía rosando su seno pude sentir los lentos latidos de su corazón. 

Llegamos al hospital, el profesor se bajó y entró en emergencia. No pasaron ni 2 segundos cuando unos enfermeros salían con una camilla. Se acercaron a la puerta delantera, la abrí y me bajé. Ellos se encargaron se sacar a Sofía y acostarla en la camilla. Como si nada se metieron hacia adentro. Di saltos para alcanzar a la camilla antes de que pudiera perderla de vista. Recordé al profesor me volteé y le grité:

—¡Gracias! —Asintió.

Pude alcanzar a los camilleros y me iban haciendo preguntas:

—¿Cuál es su nombre? —Preguntó uno.

—Sofía Burgos.

—¿Edad?

—18 años.

—¿Qué le pasó?

—Una camioneta la atropelló —Seguimos caminando por el pasillo, parecía infinito, de pronto cruzaron a la izquierda.

—¿Hace cuánto tiempo?

—Hace como 15 minutos.

—¿Cuándo se le acercaron, estaba despierta?

—No.

—Okey. Espere aquí. No puede pasar, espere que salgan a darle noticias —Los enfermeros se metieron con ella a una sala y solo los pude ver a través de los pequeño ventanales de la puertas. Me senté en el suelo. La sala de espera estaba full. Me miré las piernas, los brazos, toda mi camisa y estaban llenas de sangre. Estaba sucio y sudado.

Me quedé esperando allí. Pasaron veinte minutos y aún no me daban información sobre Sofía. Quería escribirle a los padres de Sofía o a los míos, pero no tenía el celular conmigo.

De pronto un doctor salió.

—¿Los familiares de Sofía Burgos? —Me levanté del suelo y levanté la mano.

—Aquí —Dije. El médico se acercó.

—¿Usted es...?

—El novio —Apresuré la respuesta.

—Está bien. Sofía ya está estable. Pero sigue inconsciente. Está sedada, aún no despertara. Pero no le conseguimos habitación para mantenerla en observación. Además necesitamos que consiga estos complementos —Me entregó un récipe. No tenía nada de dinero. No sé cómo haría —Lo necesitamos para ya mismo. Esto lo debemos tener a la mano para cuando despierte, le calmará el dolor —No supe que más hacer, solo asentí.

Salí corriendo hasta afuera, en el pasillo pude ver a hombres que habían recibido disparos, puñaladas, mujeres golpeadas por sus esposos y otras emergencias desesperantes. Miré a todos los lados ¿Qué haría? Tenía dinero para ir a la casa de Sofía y avisarles a sus padres y ellos tendrían dinero para comprar lo necesario o me iba directo a la farmacia a ver cuánto valía el medicamento. Decidí lo segundo.

Comencé a correr hacia la farmacia interna del hospital mientras lágrimas salían de mi ojos. Y escuché que alguien me llamó.

—¡Albert! —Volteé inmediatamente. Eran los padres de Sofía venían llorando. Gisell les avisó pero muy general. Le conté lo que necesitaban para cuando despertara, el señor Frank le dijo a su esposa que entrara y hablara con los médicos para hacer un traslado a una clínica privada. Así fue.

A los minutos salió y ya estaban haciendo el papeleo y traslado. Luego llamaron a un familiar para que acompañara el traslada en la ambulancia.  Miranda fue con ella. Yo me fui con el padre en su auto.

Llegamos a la clínica y le asignaron una habitación. Su madre se quedó con ella dentro mientras que nosotros dos permanecimos en el auto afuera, esperando a ver qué pasaba.

Instante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora