21. Ella correspondió

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Albert

A mi madre le pareció raro que la estuviera acompañando continuamente a la iglesia. Cosa que... me estaba comenzando a gustar, era un ambiente diferente, agradable. Pero claro, lo más importante para mí en ese momento era ir por Sofía, estaba comenzando a acercármele. Y estaba comenzando a tener resultados. Ya no me rechazaba o lanzaba extrañas y despectivas miradas cuando la buscaba o le comenzaba a preguntar cosas.

Me estaba volviendo su amigo, cosa que no sabía si estaba haciendo bien. Ya había escuchado de muchos fracasos, así que posiblemente sí. Pero no encontraba otra manera, y no iba a perder casi tres meses sin verla. Y sin poder aplicar el plan en el que me había organizado.


Las vacaciones estaban terminando. A parte de ir a la iglesia para poder ver a Sofía, pude ir a la playa, a la montaña, fui de pesca con mi padre y entre otras cosas menos importantes.

Pero el día se estaba acercando. Ya la pregunta final estaba por ser realizada. Las clases estaban por comenzar una vez más, ya me faltaba poco para terminar mi carrera.


Era domingo, ya estaba listo para ir a la iglesia con mi madre. Me vestí, esperé que ella lo hiciera y partimos.

Llegamos a la iglesia, fuimos recibidos por varios saludos, mi frecuente asistencia había hecho que me ganara la confianza o al menos el saludo de algunos. Estuvimos atentos al servicio, hasta que terminó. No había visto a Sofía por ningún lado, pero ya sabía que casi siempre, si no se encontraba sentada entre las personas, podría estar detrás del pulpito.

—¿Has visto a Sofia? —Pregunté a mi madre.

—Sí, pero cuando llegamos, ahorita no sé dónde andará.

—Ya vuelvo, tengo que hablar con ella.

—Okey. Si no estoy acá dentro, es porque estoy en el auto.

—Está bien.

Emprendí la búsqueda que tanto ansiaba.

Salí y allí estaba con su familia en la plazuela que estaba junto a la iglesia y como sabía que iba a estar un largo rato allí, decidí ir y decirle a mi madre que podría irse sin mí. Yo la alcanzaba.

Sofía sentada con algunos familiares y amigos. Quise hacerme el loco por unos minutos, intentando dar tiempo para que algunas personas se marcharan, pero no creía que lo fueran a hacer. Así que lentamente me fui acercando al sitio.

Ella alzó la vista cuando me faltaban diez metros para llegar. Me sonrió, lo que me dio más seguridad para acercarme. Al llegar la familia se dio cuenta de mi llegada.

—¡Hola Albert! —Dijo el señor Frank.

—Hola —Le devolví.

Miranda no había ido ese día a la iglesia quien sabe porque. Sus amigos, que se estaban volviendo mis amigos, también me saludaron.

Todos estuvieron allí por un gran rato. Hasta que se fueron yendo poco a poco, lo que al fin quería.

—Bueno me voy —Dijo el señor Frank —¿Te vas o te quedas Sofía? —Ella se quedó pensando unos segundos, miró a su alrededor, incluido yo.

—Me quedo, estaré aquí al menos una hora, creo.

—Está bien.

—Adiós Albert, nos vemos luego, cuídate y cuida de mi chica —Mientras me guiñaba un ojo. Solo sonreí. Y ella solo lanzó una mirada a su padre.

Instante (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora