-Te lo dije, ¡no lo lograríamos! –exclamó Eva Herrera tratando de contener la risa que le producía el haber sido rechazadas en un club nocturno. Iban trastabillando por la calle, muertas de risa, casi sin poder hablar y avanzando hacia el auto en el que habían venido.
-¿Le viste la cara al guarda? –rió Lauren Gómez, su mejor amiga-. Era como de: "Oh, Dios, otro grupo de niñas tratando de colarse"-. Eva y Lauren volvieron a reír apoyándose la una en la otra, y sintiendo que el estómago les dolía. Los tacones altos extra altos no habían servido, el maquillaje, ni los trajes ajustados y descarados que se habían conseguido especialmente para esta ocasión. No podían ocultar la cara de niñas que tenían. Después de todo, sólo tenían dieciocho años.
Amanda no reía. Iba caminando detrás de sus amigas, cruzada de brazos y molesta, mirando a Eva y a Lauren reírse como si fuera muy gracioso lo que acababa de ocurrir. A ella no le parecía gracioso; era nefasto. Eva se giró y la miró.
-No te pongas así –le dijo con su característico buen humor.
-¿Cómo que no me ponga así? –reclamó Amanda-. ¡Allí iba a ver a Derek! ¡He perdido mi oportunidad de estar con él! –Eva miró a Lauren. Amanda hacía unos días que hablaba y hablaba de un tal Derek Sinclair; según ella, un apuesto y millonario joven que se había enamorado de ella y estaban saliendo. Derek, según palabras de Amanda, era perfecto: atlético, guapísimo, estudiante en una importante universidad, heredero de una gran fortuna, y estaba enamorado de ella... pero hasta ahora, ellas, sus mejores amigas y que no le ocultaban nada y lo compartían absolutamente todo, no lo habían visto ni una vez.
Conocer un chico con esas características era algo más bien soñado. Ellas eran chicas simples de clase media, y todos los chicos que conocían eran de la misma condición, de la escuela o de la zona en que vivían. Se habían preguntado mil veces cómo Amanda había conocido a alguien así, y cómo tenía su teléfono, pero hasta ahora todo era un misterio.
-Bueno, llámalo y dile que no pudimos entrar –propuso Eva encogiéndose de hombros.
-¡Claro que no, me da vergüenza!
-No seas tonta –le dijo Lauren-. Si te quiere como tú dices, lo comprenderá. Somos menores de edad, y es obvio que no podríamos entrar a un antro de esos.
-Ah, vamos mejor a otro sitio –dijo Eva señalando el otro lado de la calle-. Estamos de celebración. Mi papá no me dejará volver a salir de nuevo tan rápido, así que yo propongo irnos a otra parte y celebrar. ¡Nos acabamos de graduar!
-¡Estoy de acuerdo! –exclamó Lauren elevando su mano, y volvieron a reír. Amanda se puso una mano en la cintura y sacó un teléfono móvil, que según ella, le había regalado Derek.
Cada vez que Amanda hablaba de él, sus ojos se iluminaban y suspiraba sin parar. Y lo hacía constantemente, casi ya no tenía otro tema, pero hasta el momento, no les había enseñado una sola fotografía. Aseguraba que era guapo, extremadamente guapo, pero no había evidencias de ello.
Ni de que existiera, realmente.
Lauren, que era un poco más maliciosa, había dicho que a lo mejor Derek Sinclair no existía, que era producto de la desesperación de Amanda por tener un novio rico, popular y etc. Eva no la creía capaz de inventarse un novio, alguien como ella no lo necesitaba.
-¿Aló? –dijo Amanda a alguien a través de su teléfono.
-Es otra vez el novio misterioso –le susurró Lauren a Eva cubriéndose los labios con los dedos. Eva siguió avanzando hacia un lugar que permanecía abierto y que parecía ser un restaurante.
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Yo NO te olvidaré®
RomansaHaces promesas de no olvidar jamás a esa persona que amas. Juras estar con él y para él hasta la muerte. Te imaginas que será así, fácil y sencillo, porque sabes que tu amor es verdadero, puro, real, y el amor es una fuerza poderosa que puede co...