Derek entró al edificio de oficinas de la Sinclair Navy y saludó, como siempre, al personal que se iba encontrando en su camino.
Su secretario estaba avisado de que hoy iría temprano a trabajar, y salió a su encuentro para irlo informando de todas las novedades. Derek encontró más quejas que buenas noticias, pero decidió no preocuparse hoy por eso, y siguió adelante.
Como siempre, iba vestido de manera casual. En Miami no se usaban trajes, había dicho alguien tiempo atrás, y él no era amante ni de ellos, y mucho menos de las corbatas, así que hoy llevaba una simple camiseta de franela y pantalones jean. Mocasines azul oscuro y un pequeño maletín en el que iban sus papeles.
-¿Anthony Davis ya llegó? –preguntó sacando su teléfono.
-No, señor –le contestó Alberto, su secretario que era un poco más bajo de él, y había copiado el estilo de vestimenta de su jefe-. ¿Necesita que lo contacte?
-No hay problema, yo mismo lo llamo-. Se pegó el teléfono a la oreja a la vez que avanzaba hacia su oficina. El teléfono timbró varias veces, y al final, Anthony contestó.
-Sabía que me llamarías –dijo Anthony.
-Por supuesto –contestó Derek entrando a su oficina y cerrando la puerta. Escuchó a Anthony suspirar.
-Mira, ya lo viste todo, así que...
-Mira, Anthony. Si estás metido todavía en la cama, más te vale que saques el culo de ella y vengas aquí si no quieres que te descuente el día completo. ¿Sabes la cantidad de quejas que he escuchado desde que atravesé la puerta principal?
-¿De qué... de qué estás hablando?
-Que eres de mi personal ejecutivo. Hoy es un día laboral normal y no estás aquí. Ven ya-. Derek cortó la llamada sin esperar a que el otro dijera nada. Eso ayudaba a dar la impresión que necesitaba y por otro lado, se estaba dando cuenta de que le costaría un poco contenerse de romperle la cara cuando lo viera.
"No le tocó un pelo", tuvo que repetirse en su mente para relajarse, y eso lo ayudó a estabilizarse. Cuando vio su escritorio, quiso llorar. ¡Cuánto trabajo acumulado!
Pero bueno, había tenido un muy buen comienzo del día, y siempre que hacía el amor con su esposa en la mañana, llegaba con energías recargadas al cuatrocientos por ciento para trabajar.
Amanda tomó su teléfono en cuanto vio a Derek entrar a su oficina. Anthony le contestó casi de inmediato, como si hubiese estado esperando su llamada.
-¡Derek vino hoy a trabajar! –le dijo.
-Lo sé, avisas tarde.
-¡Acabo de verlo! ¿Quién te lo dijo?
-Él mismo; me llamó.
-¿Qué? ¡Diablos! ¿Te despidió de la empresa?
-No, por el contrario, me dio la orden de ir a trabajar. Estoy entrando a la ducha, así que luego te llamo.
-No entiendo, ¿cómo que te pidió que vinieras? ¿No debería ser al contrario? Con los videos que les llevaste anoche, es para que Derek estuviera furioso, ¡tan furioso que fuera a buscarte a ti donde estuvieras para matarte!, ¡no venir a trabajar como si nada en este mundo hubiese pasado!
-Te digo que estoy igual que tú, sin saber nada. No comprendo qué pasa. Pero iré a dar la cara, igual que no me he estado escondiendo. Sabía que querría verme, pero no me imaginé que sería por trabajo. De todos modos, me conviene seguir en la empresa, así que para allá voy. Te hablo al rato-. Anthony cortó la llamada y Amanda miró en dirección a la puerta de Derek mordiéndose un labio.
ESTÁS LEYENDO
Yo NO te olvidaré®
RomanceHaces promesas de no olvidar jamás a esa persona que amas. Juras estar con él y para él hasta la muerte. Te imaginas que será así, fácil y sencillo, porque sabes que tu amor es verdadero, puro, real, y el amor es una fuerza poderosa que puede co...