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Eva le dio un beso a Christopher y a Zack en sus sonrojadas mejillas. Estaban emocionados, pues, por primera vez desde que llegaron aquí, saldrían fuera de la zona de la cabaña hacia el pueblo. Mariela y Victoria los llevarían a comprarse algo de ropa, y botas de lluvia, como había pedido Zack, para poder ir por ahí sin miedo al fango. De paso, pasarían por una farmacia para comprarle a ella una prueba casera de embarazo, y saldrían de dudas.

Eva se quedó mirando cómo subían a la camioneta. Mariela le había asegurado no perderlos de vista, y lo mismo Victoria, pero ella estaba tranquila.

Aunque habría estado más tranquila si Andrew hubiese ido con ellos.

Cuando la camioneta se alejó por el sendero hacia el pueblo, Eva se quedó allí de pie, despidiéndose de los chicos que aún se asomaban al cristal trasero agitando sus manitos despidiéndose de ella. Se giró a mirar al hombre alto que había preferido quedarse aquí a cuidar de ella que irse con los niños al pueblo.

Andrew, alto y delgado, con el cabello canoso, casi gris, largo hasta el cuello, miraba en derredor como si esperara la aparición de lobos feroces que fueran a atacarlos. Eva no pudo evitar sonreír.

-Todo está bien. Nada me va a pasar aquí-. Andrew prefirió no hacer ningún comentario, y hasta que Eva no entró en la cabaña, no se movió de su lugar.

Eva se sentó en uno de los muebles de la sala de estar sintiendo la casa demasiado silenciosa. Gaby también se había ido, pues no habría sido justo que la privaran del pequeño paseo, y sólo se había quedado ella.

Apoyó su barbilla en la palma de su mano mirando nada.

Últimamente, había conseguido armar las piezas de un enorme rompecabezas: su vida pasada.

Haber vivido todos estos meses sin recuerdos había sido espantoso, pero éstos habían ido viniendo uno a uno, a Dios gracias. Ahora, recordaba perfectamente aquella noche que se conoció con Derek, cómo se enamoró de él, cómo él la asedió hasta casi hacerle ceder a pesar de que creía que era, o había sido, el novio de su amiga.

Luego, cómo se habían prometido y luego casado. La adquisición de la casa en la que ahora vivían, incluso cuánto les había costado, lo cual era bastante escandaloso.

Recordaba su primera vez con él, el día que se enteró de que estaba embarazada de Zack, y cómo, asustada, se lo dijo a Derek. Faltaban sólo unas semanas para la boda y ella se había sentido terrible; recordaba ahora que Derek simplemente había sonreído abrazándola, besándola, diciéndole que este bebé sólo se había adelantado un poco, pero que igual, había estado en sus planes, tal como su vida con ella.

Derek le había dado seguridad en los momentos más difíciles de su vida. Cuando Victoria inició su proceso de divorcio, estuvo allí e incluso pagó al abogado que llevó adelante el proceso. Le dio el nombre a Christopher porque así se había llamado su abuelo y luego casi le había rogado que tuvieran un tercer hijo.

Había cedido; de todos modos, había tenido que admitir para sí, el ejercicio que había que llevar a cabo para conseguirlo a ella le encantaba y era más que placentero con Derek.

Ah, lo amaba, lo había amado todos estos doce años, y había sido feliz a pesar de todos los altibajos que la vida les había impuesto, a pesar de las dificultades.

Suspiró.

Echaba de menos a su marido. Mucho. Y no sólo en la cama por las noches, que, ah, era horrible esa soledad. Derek había sido el mejor amigo que jamás tuviera, el único que, hasta ahora, no la había traicionado, y que, por el contrario, siempre había estado allí para escucharla, reír, llorar, apoyarse, desnudarse, todo...

Yo NO te olvidaré®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora