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-Mamá, me ayudas con la tarea de ciencias? –le pidió Zack llegando a donde ellos estaban con un libro abierto en las manos. De inmediato, Eva se separó de Derek y miró al niño que no parecía nada escandalizado por encontrar a sus padres besándose. Él parecía que sólo estaba viendo llover.

-Claro –contestó Eva, pero cuando quiso dar un paso, Derek la detuvo tomándola del brazo. Ella lo miró interrogante.

-Te invito a cenar esta noche –le dijo en voz baja, y el corazón de Eva se aceleró.

-¿De verdad?

-Claro que sí. Te llevaré a un sitio al que solíamos ir. Espero que vuelva a gustarte-. Eva sonrió. Una cena con él; sonaba maravilloso.

Se alejó de él por fin y siguió a Zack, que le iba hablando de su tarea y dónde necesitaba la ayuda. Llegaron hasta la habitación de los niños donde Christopher, en vez de hacer sus deberes, jugaba saltando en la cama.

Al ver a su madre se quedó quieto esperando tal vez el consabido regaño, y Eva no pudo sino sentirse identificada, pues ella y su hermana en el pasado habían hecho lo mismo alguna vez.

-Deja de hacer eso –dijo de todos modos-. Te romperás un hueso-. El niño miró a Zack un poco extrañado, y Eva no se perdió la mirada. Tal vez esperaban un regaño más severo, como el de toda mamá que encuentra a su hijo saltando en la cama en vez de ponerse a hacer sus tareas, pero no dijo nada más y señaló el pequeño escritorio que seguro era de Zack, más organizado y limpio que el otro.

-¿Me vas a ayudar también a mí? –preguntó Christopher.

-Si te portas bien, tal vez –dijo Eva.

-¿No nos prepararás una merienda? –volvió a preguntar el niño.

-Cuando terminen.

-Antes, nos preparabas primero una merienda-. Eva los miró un poco dudosa. No tenía modo de saber cómo eran sus rutinas, y tal vez era mejor hacer todo como lo hacían antes.

Sólo tenía dieciocho años, no sabía cómo se educaba a dos hijos varones, y necesitaba ayuda urgente.

-Bueno...

-Pero si haces la merienda después, no importa –intervino Zack, mirándola fijamente con sus hermosos ojos de colores dispares-. Tal vez así Kit haga la tarea más rápido.

-Tengo hambre –protestó Christopher.

-No es verdad –le contradijo su hermano mayor-. Sólo que no quieres hacer la tarea, pero igual la tienes que hacer, como siempre.

-¿Christopher es mal estudiante? –preguntó Eva con voz asombrada. El menor de los dos se bajó de la cama con ojos grandes de preocupación. Zack sonrió como si le regocijara tener la reputación de su hermano en sus manos.

-¡No es verdad! –exclamó Christopher antes de que Zack dijera nada.

-¿No es verdad qué? –preguntó Eva.

-Yo... yo... -la voz del niño se quebró y los ojos se le humedecieron. Eva le extendió la mano y el niño, sin pérdida de tiempo, corrió a ella para ser abrazado por su mamá. Eva le dedicó palabras consoladoras, diciéndole que ella sabía que él era un niño muy inteligente, pero miró a Zack interrogante, y el mayor suspiró.

-Reprobó una materia cuando estabas en el hospital –dijo-. Papá no le dijo nada-. Eva frunció el ceño. No parecía típico que Derek ignorara algo tan grave, pero claro, como ella estaba hospitalizada, a lo mejor no le puso mucho cuidado.

Yo NO te olvidaré®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora