Capitulo 1: Día Nuevo.

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Emma's POV

Me miré al espejo por última vez, pensando que esto era lo mejor que podía hacer conmigo misma.

Llevaba un sweater color crema, peludito y abrigado, un tapado beige, con varios bolsillos, y cierre y montgomery. Me puse mi pollera rosa hasta las rodillas, medias cancán abajo y chatitas con moño. Peiné mi pelo en una trenza cocida hacia el costado y agarré mi bolso con el logo "Carpe Diem" en grande, de colores.

Respiré profundo, asintiéndole a mi reflejo. Estaba lista para salir a la helada calle en medio de Enero, en el séptimo día de clases luego de unas lindas y frías vacaciones de invierno.

Me coloqué mis headphones, agarré el café que me había preparado para llevar y le puse play a mi lista de reproducción favorita.

La música era la mejor compañía que tenía, y una de las pocas, además de los libros y las películas... Y claro, mi familia, es decir mi madre.

Salí de casa y me encaminé hacia la escuela, a quince cuadras.

Las calles estaban llenas de nieve, los árboles estaban pelados, y, aunque estaba saliendo el sol, me sentía un cubito de hielo.

No había mucha gente. La mayoría de las personas o estaban ya en su trabajo o estaban en sus casas aún durmiendo... A estos últimos los envidiaba mucho.

Seguí caminando. Cada paso que daba era una nota musical que escuchaba y disfrutaba.

Unas cinco cuadras antes de llegar, comenzó a sonar "Crumbs From Your Table" de U2. Una de las pocas canciones que lograban subirme el animo. Cuando terminó, y antes de que comenzara la otra canción, apagué la música, encontrándome ya en la entrada del instituto.

Las personas entraban y salían corriendo, hablando, riendo, sociabilizando.

Tres años llevaba en esta escuela, y todavía seguía sintiéndome como la nueva, a quien nadie conoce y nadie se interesa por conocer.

Claro que siempre era, o al menos trataba de ser, cortés con todos. Intentaba mantener mi sonrisa las ocho horas que pasaba en ese lugar, y ser amable con todos. Al fin y al cabo, éramos todos compañeros y nos veíamos todos los días. Pero nunca iba mas allá de esas conversaciones corteses. No me interesaba acercarme, y al parecer, el sentimiento era mutuo. Para todos yo era tan sólo una "chica buena" y sin personalidad.

Entré al gran y despintado edificio, y caminé por los pasillos, saludando a todos con una sonrisa, y recibiendo algunos saludos y algunas burlas... Todos aquí eran bastante antipáticos, pero eso no era sorpresa ya.

Llegué hasta mi casillero y me tropecé con una bolsa negra que estaba al pie de éste. La corrí hacia un costado para continuar con lo que estaba haciendo.

Quise abrir mi taquilla, pero la clave no funcionaba, haciéndome frustrar, suspirar, y apoyarme contra esta.

Gran forma de empezar el día.

El timbre sonó y todos fueron corriendo hacia sus aulas. Todos menos yo, que seguía allí sin los libros que necesitaba y preguntándome por qué no podía abrir mi casillero.

Estuve así por cinco minutos hasta que el encargado de limpieza, un hombre de no más de cuarenta años, grandote y de tez oscura, pasó por al lado mío y me saludó amablemente, como siempre lo hacía.

Cierto, también se podía confiar en el Señor Gibson. Jamás delataba a los alumnos con los directivos y nos apoyaba siempre que teníamos un problema, además de que muchas veces nos regalaba chocolates.

El Desfile de los Corazones SilenciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora