Capítulo 52: Baby's Gone Wild

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  Emma's POV

Eran las once y media de la noche, y todavía no podía dormirme.

La escena de esa misma noche, tres horas antes, todavía se repetía en mi cabeza cual película grabada en VHS.

Para cuando miré mi celular nuevamente, ya eran las doce.


    Emma 00:01 a.m. <

¿Despierta?  .


Le mandé el mensaje a Poppy. Me acosté en mi cama esperando la respuesta. Unos minutos después, la pantalla de mi celular se prendió, indicándome que me había llegado un mensaje.


> Poppy 00:07

En el estacionamiento
de Fayo's, ¿Tienes ganas
de perder el tiempo?


Emma 00:07 a.m <

Llego en quince.

            ✔✔


Mandé el mensaje sin siquiera pensar dos veces en las consecuencias que me deparaba mi estupidez si me iba a esas horas de la noche, y mi mamá se enteraba.

Me vestí en lo que fue una remera blanca, manga larga, una campera de jean que me quedaba bastante grande, unos jeans negros, al cuerpo, y unas zapatillas converse blancas. Realmente necesitaba hablar con Poppy. Sólo ella entendería.

Por las dudas de que me hiciera frío, agarré una campera de más, y procurando hacer el menor ruido posible, salí de casa.

Hice tres cuadras hacia la derecha, y luego doblé a la izquierda para seguir todo por la avenida, en la cual habían varios locales de comida rápida y farmacias abiertos las veinticuatro horas, y así no entrar en pánico por caminar a esas horas de la noche, teniendo en cuenta lo paranoica que era.

Al llegar a la calle 54, en dónde tenía que doblar y adentrarme dos cuadras y media de soledad, mi corazón comenzó a acelerarse.

"Tranquila, Em, son sólo dos cuadras, y Whesthood no es inseguro" me dije a mí misma con el propósito de armarme de valor y caminar.

Finalmente, luego de una bocanada exagerada de aire, logré mover mis pies en la dirección esperada.

Al principio avancé lentamente, con mis antenas paradas a cada ruido, por más tonto e insignificante que fuera, pero a medida que iba recorriendo y estudiando el panorama, más tranquila y relajada me iba sintiendo.

Para cuando ya estaba haciendo la segunda cuadra, mi celular comenzó a sonar dentro de mi bolsillo.

Atendí lo más rápido que pude para que la musiquita no atrajera atención indeseada.

—Estoy llegando —dije en casi un susurro.

—Genial, apúrate que estamos a punto de reventar una sandía con un bate de béisbol —contestó mi amiga desde el otro lado de la línea.

Corté la llamada, extrañada por la respuesta que había recibido, y en cuanto llegué a la calle en dónde se encontraba el supermercado Fayo's, el cual cerraba a las diez de la noche, y ahora sólo un farol iluminaba todo el lugar, distinguí las risas de adolescentes en el fondo.

Al llegar, Poppy me recibió con entusiasmo.

—Al fin llegas, rubia. Ven que te presento a los idiotas —nos acercamos al grupo de cinco personas y Poppy llamó la atención —. Emma, ellos son Phineas, Ice, Steve, Seth, y Marisol —nombraba ella mientras señalaba al pequeño grupo de adolescentes: cuatro chicos vestidos en ropas holgadas y una chica con una pinta algo alocada. Dos de ellos con piercings en la cara, los otros con tatuajes. Los chicos eran altos y tenían una imponente presencia, la chica era de mi tamaño, aproximadamente, bonita, pero llevaba con ella una actitud algo intimidante —. Gente, Emma —dijo finalmente mi amiga, empujándome al frente para que fuera sociable.

El Desfile de los Corazones SilenciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora