Capítulo 38: Comienza el Verano

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Dana's POV

—¡No te olvides de pasar por el supermercado! Por favor Dana... ­—exclamó mi hermana desde el interior de la casa.

—¡Okay! ­—contesté yo, rodando los ojos ­—. Cómo olvidarlo luego de las ocho veces que lo repetiste —concluí susurrando.

Agarré mi bici y me fui de allí. No me permitiría llegar tarde a mi primer día de trabajo de verano como asistente bibliotecaria en la institución más grande de la ciudad.

Había mandado mi solicitud a mitad de año, y hacía tan sólo unos días me habían informado acerca del puesto que tenían para mí, pues muchos adolescentes entre catorce y diecisiete años eran los que se postulaban para trabajar en la biblioteca más importante de la pequeña ciudad de Whesthood.

Era un honor ser una de los solo cinco estudiantes de secundaria que contrataban.

Llegué unos cinco minutos antes y aguardé en el salón principal hasta que me dieran instrucciones.

Una chica de alrededor de unos veinte años, me hizo un recorrido por toda la biblioteca, explicándome el sistema de orden y circulación de los libros.

Unos quince minutos después, me encontraba en mi puesto detrás del mostrador principal, encargada de ayudar a la bibliotecaria con el ingreso y egreso de los documentos oficiales, incluyendo los libros.

Fue un primer día un poco movido, y para cuando mis horas de trabajo terminaron, mis ganas de ir al supermercado habían bajado de cero a menos diez.

Desamarré mi bicicleta y encendí mi celular.

Ciento veinte mensajes fueron los que entraron a mi whatsapp en lo que fueron dos minutos. Todos del grupo que Jack había creado.

Ni loca los leía todos. Tardaría mucho y seguro no eran cosas muy importantes, al menos la mayoría.

Decidí leer los últimos luego de pasar por el mercado, pero ni esa promesa pude cumplir, pues luego de comprar lo necesario, llegué a casa y me puse a leer lo que me quedaba del libro de cosmología física que Flynn me había recomendado hacía unas cuantas semanas atrás, antes de que las clases finalizaran.

Generalmente no tardaba tanto en leer un libro, pero éste era difícil y al mismo tiempo, fascinante, y debía tener toda mi concentración puesta en él para entenderlo y no saltearme ni un mínimo detalle de lo que estaba explicado en él.

En cuanto al celular, ni yo misma supe dónde lo había dejado, y con todas las pavadas que hablaban en él de las cuales luego me enteraría en persona, tampoco fue de mucha importancia. En cuanto saliera a la mañana lo buscaría.

En algún momento de la noche, quedé dormida sobre mi cama sin destender, aún con la ropa de entrecasa que me había puesto luego de abañarme y comer, y aún con el libro abierto en la página en la cual recordaba haberme quedado.

Me desperté a las siete y media de la mañana en esa misma posición, y, aliviada de que mi reloj biológico me despertara con suficiente tiempo para poder prepararme con tranquilidad para el trabajo, bajé a desayunar, encontrándome con mi hermana sentada en la mesa, vestida formal por alguna reunión que seguramente tenía en el hotel.

Me serví del café que todavía quedaba en la cafetera, tomé dos panqueques del plato en la heladera, el chocolate en salsa Hershey's, y me senté junto a ella.

—Ayer no pude preguntarte cómo fue tu primer día de trabajo. Estabas tan dormida que ni despertarte para que pudieras acomodarte en la cama, pude —comentó ella, levantando su vista del periódico.

El Desfile de los Corazones SilenciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora