Capítulo 24: ¿Qué hace él aquí? 2da Parte

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    Poppy's POV

Anderson se sentó entremedio de Roxanne y Skylar, nos saludó asintiendo con la cabeza y nos dedicó una sonrisa apenada.

   La hippie comenzó a explicarnos la situación, pero nosotros no hacíamos otra cosa más que mirar al recién llegado, algunos desentendidos, otros con escepticismo, y nosotros tres, los dos chiflados y yo, con seriedad, aunque mis razones no eran las mismas que las de ellos.

    —Bueno, de ahora en más, Jack nos acompañará en estas reuniones, y por favor, no quiero problemas —me miró seriamente y continuó hablando —, sobre todo, no quiero problemas de tu parte, Paola.

   Yo sonreí, divertida por tal comentario y solté una risilla.

     —Sólo un pequeño problema, señorita Roxanne, ella no conoce un mundo fuera de los problemas —intervino el rubio cuatro ojos, metiche e idiota.

     —Oh Dios, aquí vamos de nuevo —suspiró la hippie, mientras los demás adolescentes se quejaban en silencio.

     —Parece que alguien no se cansa de escuchar su propia voz —respondí con una sonrisa sarcástica y mirándolo con desafío.

     —Curioso, estaba pensando exactamente lo mismo sobre ti.

  Bell estaba jugando con fuego, y déjenme decirles algo acerca del fuego... Hasta las aves fénix se deterioran con él para poder resurgir.

    —Pues no soy yo la que siente la constante necesidad de pelear verbalmente contigo.

    —Pero tienes la maldita costumbre de meterte en los asuntos de los demás.

      —Y el muerto se asusta del degollado ¿o acaso no te consideras a ti mismo un héroe invencible portador de la verdad y la justicia? Pero permíteme recordarte, y de veras siento pinchar tu burbuja surrealista, que sólo eres un pobre idiota jugando a ser Kick Ass.

    —Y tú una persona con la que nadie quiere pasar el rato, y que es buena hablando de los demás, pero ¿sabes? Jamás te he escuchado hablar mal de ti misma, claro que es fácil notar los defectos de los otros, e ignorar los de uno mismo.

       —Al contrario, en vez de ignorarlos, trato de mejorarlos, pero, ¿qué sabes tú acerca del crecimiento personal?

     —Pues no logro ver los resultados de tu arduo trabajo, Paola —escupió con escepticismo.

     —Pero ese es el asunto, Bell. A mí no me podría importar menos lo que pienses, creas o veas de mí. Sé que estas errado, porque yo sé quién soy, cómo soy, y hacia dónde me dirijo, y nadie más que yo sostiene las riendas de mi destino. Con lo cual, puedes pensar y decir lo que se te cante la puta gana, de veras, ni siquiera me detendré a negar tus conclusiones, porque eso sería una pérdida de tiempo y energía. Tú sólo verás lo que quieres ver, y no necesito probarte nada, ni a ti, ni a nadie de aquí.

    —Ya fue suficiente ¡Basta! —Exclamó la escandalosa consejera escolar mientras se ponía de pie y caminaba hacia el centro del círculo que habíamos formado. —. Ya no se van a tolerar estos berrinches y discusiones absurdas. Si siguen actuando de esta forma, este grupo no va a funcionar. No al menos que dejen de actuar como si fueran tan diferentes los unos de los otros y comiencen a tener compañerismo. —Hizo una pausa y sonrió con un brillo de felicidad en los ojos. —. Tienen la oportunidad de apoyarse entre sí, y no volver a sentirse solos, aprovéchenlo.

    —Sigue sin entenderlo ¿verdad? —Comenzó a decir Hiiro con enojo y exasperación, bajando los pies de la silla y descruzándose de brazos. —. Lo único que tenemos en común es que ellos —señaló a Jack como el representante de los deportistas, enfatizando su última palabra pronunciada —, nos han pasado por arriba cual trapos sucios durante los últimos tres años, pero no por eso vamos a empezar a agradarnos mutuamente, no hay motivos para hacerlo y no sentimos el deseo o la necesidad de ello.

El Desfile de los Corazones SilenciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora