Capítulo 40: Las Etiquetas No Nos Definen

50 7 0
                                    





  Hiiro's POV

  Estaba teniendo uno de esos momentos de paz, acostado en el piso de la terraza de la escuela, concentrado en mis pensamientos y el silencio como mi única compañía, cuando una voz femenina que conocía muy bien, me obligó a abrir los ojos y encontrarme con el rostro de Skylar, tapándome el sol.

  —Te estaba buscando —sonrió alegremente.

  Era como un chicle. No dejaba de seguirme desde aquella vez que arreglé su equipo.

  Se sentaba junto a mí y adiós al silencio, pues se la pasaba hablando, a veces hasta se olvidaba de tomar aire entre palabras, por atolondrada.

  Al principio, cuando recién comenzaba a tomar confianza conmigo, había intentado quitármela de encima, primero ignorándola, pero ella igual seguía allí. Luego le había hecho saber lo pesada que me era, y cómo eso tampoco sirvió, opté por esquivarla y evitar cualquier lugar en el cual pudiera encontrarla, sin éxito, claro está.

  Al final me rendí, y decidí simplemente adoptar una actitud de indiferencia, lo cual no impidió que ella siguiera igual, y aquí estábamos ahora.

  —Qué sorpresa —dije, respondiendo a su comentario. Luego volví a cerrar los ojos.

  Ella se sentó al lado mío, volviendo a dejar a los rayos del sol pegar en mi cara.

  Como no escuché palabra alguna en lo que fueron más de dos minutos, me giré hacia ella, que se encontraba concentrada en su cuaderno, escribiendo tan rápido cómo podía.

  Al percatarse de que yo estaba observándola, levantó su vista y sonrió.

  —Es para Halloween. He estado pensando, sería lindo festejarlo todos juntos, hacer una juntada o algo, y estaba anotando ideas, ¿quieres leerlas? —Habló con entusiasmo, por más que yo no le había preguntado sobre el tema.

  Sonreí apenas y suspiré.

  —¿Acaso tengo opción? —Pregunté sin esperanzas, a lo que ella respondió con una sonrisa muy grande y un "no" cortante.

  Terminó de escribir la oración que había quedado incompleta y luego me pasó el cuaderno.

  Comencé a leer sin entusiasmo, notándose a kilómetros mi aburrimiento.

  —Flynn tuvo la idea de intentar hacer la mayor cantidad posible de las cosas en esa lista, para hacerlo más divertido aún, pero no sé si a los demás les gustará... —comentaba mientras yo trataba de silenciarla mentalmente, porque leer mientras alguien parlotea como si fuera un pájaro carpintero picoteando un árbol, era exasperante.

  Mientras ella seguía diciendo su monólogo, miré la hora. Eran las tres y diez minutos.

  Guardé su cuaderno en la mochila, la obligué a ponerse de pie y que se colgara ésta misma, para poder irnos de allí, ya que el timbre sonaría en breve minutos, provocando caos en los pasillos de la escuela al ser ése el horario de finalización de la jornada para muchos cursos, y nos sería imposible llegar a tiempo para el grupo de apoyo.

  Claro que ella no paró de hablar ni un segundo, preguntándome cosas sobre la lista, pero sin darme tiempo a responder de lo entusiasmada que estaba.

  Si Skylar en un estado de ánimo normal, habla más que cualquier otra persona, emocionada es aún peor.

  En el camino hacia el aula, nos encontramos con Flynn y Emma, quienes nos reprocharon el hecho de no habernos visto en lo que fueron las dos últimas horas cátedras, y haciendo que Skylar pusiera toda su atención en ellos y dejara de taladrarme el cerebro con su parloteo.

El Desfile de los Corazones SilenciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora