—Aquí es —suspiré mirando el papel con el número del aula a la cual nos habían mandado al fianl de la clase de educación cívica.
—¿Qué estamos esperando? —Dijo mi primo con una sonrisa nerviosa.
El pobre llevaba un yeso en su brazo izquierdo por culpa de Landon y su séquito.
Entramos con cautela, por las dudas que estuviéramos interrumpiendo cualquiera fuese la clase. Sin embargo, aún no había ningún adulto responsable esperándonos.
Al pasear la mirada por el aula, lo primero que noté fueron las varias sillas acomodadas en un semi círculo, delante del banco destinado a los profesores. También me detuve en lo escrito en el pizarrón: Bienvenidos.
Mi atención, entonces, pasó a las personas conocidas ya sentadas, esperando a que alguien les explicara qué estaba ocurriendo. Aunque, viendo quiénes nos encontrábamos allí, por lo menos yo ya me estaba haciendo una idea, hipótesis fundamentada con todo lo ocurrido esa semana.
—¿Ustedes también? —Preguntó Skylar, mientras grababa nuestra entrada.
—Cuatro ojos... Al parecer no supiste apreciar el consejo de tu primita —sonrió Poppy mientras se recostaba en su silla y lo miraba de forma burlona.
Qué sorpresa, otra persona que lo tenía en la mira...
Flynn la ignoró y siguió su camino, seguido de mí.
Nos sentamos junto a Skylar, uno de cada lado, dejándola en el medio, y en silencio esperamos a que algo ocurriera.
En ese momento, la puerta se abrió, y Jesse y Gabe entraron con la misma cara de confusión que seguro Flynn y yo habíamos tenido plasmada unos instantes atrás.
Al verlos, fruncí mi ceño y los miré fijamente, buscando alguna respuesta mediante la telepatía.
El primero tenía un ojo morado y una venda en la cabeza, pero eso no era de la pelea de hacía tres días. Lo sabía porque yo misma había visto las heridas de ese día.
El segundo llevaba un gorro que le cubría la frente y unos anteojos de sol, aunque ni luz del día entraba en este aula, ubicada en el sótano de la escuela.
En cuanto la mirada de Jesse se encontró con la mía, atenta a sus movimientos, me deshice de mi expresión de confusión y, avergonzada de haberme quedado tanto tiempo mirándolo, fingí estar concentrada en mis manos, que muy interesantes parecían (nótese el sarcasmo).
—Pues la razón de esta reunión se está haciendo cada vez más obvia... Uno de nosotros asesinó a alguien —se burló la chica sin filtros, de pelo rojo llamativo y enrulado.
Yo me reí por debajo, pero cuando los dos recién llegados se sentaron al lado mío, tosí para disimular, y saludé con una media sonrisa, a lo que ellos respondieron de la misma manera.
Quise preguntarles qué les había pasado, pero no lo hice. Por alguna razón, no me animé.
Estúpida timidez.
Tampoco tuve mucho tiempo para mentalizarme en hacerlo. Dana entró corriendo despavorida al salón, pero en cuanto vio todo el panorama, se detuvo en seco y nos miró confundida.
—Pensé que era una clase extracurricular de álgebra... —comentó con seriedad.
—Es una clase extra, pero no curricular —respondió Poppy, la única que aparentemente tenía ganas de hablar.
Dana no dijo más nada. Se sentó unos asientos separados a mi primo, quien le sonrió y le dijo que se acercara más a nosotros así no se quedaba sola. Más ella prefirió permanecer donde estaba.
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El Desfile de los Corazones Silenciados
Teen FictionLa vida es un constante descubrimiento de nuestra persona y su lugar en el mundo. La vida no es algo estático, sino que se trata de un movimiento infinito de altos y bajos, tropiezos, caídas, y superaciones. Sin embargo, todo toma un color diferente...