La cafetería explotaba de gente, y por consiguiente, del ruido.
Había sido toda una travesía encontrar una mesa vacía en la que pudiésemos sentarnos, y terminamos en una de las más cercas al mostrador, donde la gente compraba la comida.
Ya no había mucha gente en la fila: Se encontraba Gabe y tres personas después, Jesse. El primero era el siguiente en la fila, pero los tres chicos que estaban atrás, se les adelantaron, agarrando las últimas porciones de tarta de jamón y queso, lo más rico que había para comer ese día, dejándolos con el puré misterioso de la señora Gonzáles, cocinera del instituto desde hacía ya veinte años.
—Lo sentimos princesos, pero los maricas no entran en la categoría de damas —rieron los tres bravucones mientras iban a su mesa, junto a los demás deportistas y las porristas.
—¡Ey! —Les gritó Gabe, luego se acercó hacia ellos amenazante.
—¿Ibas a decir algo? —preguntó el más intimidante de los tres, Alex Landon, acercándose con la misma actitud que quien lo desafiaba.
Jesse detuvo a su amigo, y negó con la cabeza. El rubio quedó en silencio, dando a entender que no quería problemas.
—Eso pensé —luego se fue junto a sus compañeros, mirándolo de reojo con enojo.
Jesse apretó sus puños, enojado, y caminó hacia una mesa apartada con la comida asquerosa que se había visto obligado a comprar. Su amigo lo siguió y ahora todo volvía a la normalidad.
—No exagerabas, primita, aquí son como animales salvajes —comentó Flynn mientras daba sus últimos bocados a la rica tarta.
Yo, en cambio, no había hecho ni un pequeño mordisco a mi comida, por haber estado concentrada en esa escena.
Comencé a explicarle a mi primo quiénes eran los que habían provocado esa escena lamentable, advirtiéndole los efectos a los que se expondría si alguna vez pensaba hacerse visible en su radar.
Skylar seguía grabando todo lo que ocurría. Estábamos los tres tranquilos hasta que esos mismos deportistas pasaron por nuestra mesa, y se rieron de nosotros, o más bien, de mí, por esa razón que me venía atormentando desde antes de las vacaciones.
—Oye, Emma, lindo clavado el de la otra vez —dijo burlonamente uno de ellos mientras se reía junto a sus amigos.
Sonreí tratando de esconder mi vergüenza. Me concentré en mi aburrido plato de comida casi lleno, para evitar más humillación.
Mi primo no entendía nada, pero inteligentemente no preguntó a qué se refería.
—¿Qué me filmas? —Le preguntó amenazante, el bravucón a Skylar, apartando su atención de mí.
Ella apagó en seguida su filmadora y lo miró asustada. Trató de responder, pero no le salían las palabras.
—Es parte del documental en el que está trabajando —respondió Flynn por ella, y ahora sí que estaba en problemas.
La única regla era no llamar la atención de esta clase de personas y él la había quebrantado.
—¿Eres Skylar, imbécil? Estoy hablando con ella ahora, luego me encargaré de ti —le contestó descortés.
La pelirroja salió corriendo de allí sin decir nada. El problemático Alex trató de detenerla pero ella ya estaba demasiado lejos, entonces se giró hacia nosotros y miró con desprecio a Flynn.
—¿Acaso tu novio es idiota? —Me preguntó serio.
—E-Es mi primo —tartamudeé yo.
—"Es mi primo" —me burló y luego se rió con sus amigos —. No respondiste a mi pregunta.
—L-Lo siento —volví a tartamudear.
—¿Acaso tienes problema para hablar? —Preguntó él, intimidándome.
Yo volví a disculparme y me fui de allí a toda prisa, evitando derramar lágrimas, como Skylar había hecho hacía unos instantes. No quería que me vieran llorar, eso causaría más burlas de parte de ellos y preocupación de mi primo.
***
Flynn's POV
Observé como Emma salía corriendo de la cafetería sin haber comido y luego miré al idiota que la había molestado. Era más alto que yo y me superaba en físico, pero lo que tenía de apariencia seguro no lo tenía en inteligencia.
—Tú debes ser el alumno nuevo. ¿Quieres un consejo? No interfieras en lo que no debes —me dijo el imbécil y se fue con sus amigos a su mesa, riéndose de mí quién sabe por qué.
Apenas se fueron, me levanté y me fui en la misma dirección que Emma. Quería encontrarla. Conciéndola, esa situación debía de haberla dejado angustiada.
***
La busqué por todos los lugares comunes que conocía de esa gran y sobrepoblada escuela (patio, aulas, pasillos, estacionamiento) pero ni rastro de ella. Entonces me acordé, por el tour que me habían hecho los directivos, de la gran biblioteca con la que la institución contaba.
Corrí hasta ésta y miré a través del gran vidrio que la separaba del pasillo, pero aún así no alcanzaba a ver mucho. Debía entrar.
El lugar era enorme, contaba con más de cincuenta estanterías de libros, y computadoras en un rincón del gran salón. En el otro extremo del lugar estaba la bibliotecaria, tras el mostrador, compenetrada en su libro.
Lo que más le gustaba a Emma eran los clásicos. Debía estar ahí consolándose a sí misma con "La Divina Comedia" o "La Odisea", como siempre hacía.
Y así era. Se encontraba sentada en el piso, apoyada contra una de las estanterías. En silencio fingía leer, pero yo sabía que seguía pensando en lo que acababa de pasar en la cafetería.
—Me imaginé que te encontraría aquí —le dije al sentarme junto a ella.
Me miró y esbozó una de sus sonrisas dulces que te hacía pensar que todo estaba bien, pero sabía que seguía afectada por esos idiotas...
—¿Quieres hablar de eso? —Le pregunté serio.
—No es nada, sólo son chicos que necesitan llamar la atención —dijo ella repitiendo el discurso de cualquier adulto que no sabe manejar la situación.
—¿De veras piensas eso? —Le pregunté incrédulo.
Ella sonrió y dejó el libro a un lado.
—Lo del "clavado" fue en la pileta de la escuela. Estaba caminando y uno de ellos vino a molestarme como de costumbre. Al tratar de alejarme, me resbalé y caí de panza a la pileta con ropa, lo que causó que se me transparentara mucho la ropa interior y bueno... te imaginarás el resto. El folleto con la foto no tardó en recorrer la escuela entera, antes de que yo los tirara todos al tacho —contaba ella, quitándole importancia al relato.
—¿Hace cuánto vienen molestándote? ¿Acaso no hablaste con nadie de este tema? —Pregunté indignado.
Ella me hizo un ademán con la ano para que bajara un poco la voz.
—Estoy bien, nada de lo que digan me va a afectar, además, nadie escucharía...
—Emma... —comencé a decir, pero ella me interrumpió.
—Flynn, estoy bien, lo juro —declaró, pero yo sabía que era mentira, y ella no era la única que tenía que lidiar con ello.
¿Cuántos chicos eran molestados por esos idiotas?
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El Desfile de los Corazones Silenciados
Teen FictionLa vida es un constante descubrimiento de nuestra persona y su lugar en el mundo. La vida no es algo estático, sino que se trata de un movimiento infinito de altos y bajos, tropiezos, caídas, y superaciones. Sin embargo, todo toma un color diferente...