Jesse's POV
Corrí tres vueltas seguidas a la cancha de fútbol de la escuela, y con eso fue suficiente para tener que soportar la falta de aire y el dolor del bazo. No estaba en condiciones de seguir, o al menos no hasta que me hidratara y me recompusiera.
Para nuestra suerte, ese día el entrenador Marshall estaba de buen humor y nos había concebido un poco de libertad en cuanto a cómo realizar los distintos ejercicios que nos había puesto a practicar.
Caminé un poco para estabilizar mi ritmo cardíaco, y luego me senté en las gradas, aprovechando para tomar líquido. Fue entonces cuando Gabe llegó a donde yo estaba, se sentó a mi lado e hizo lo mismo.
—¿Tomaste el tiempo? —Me preguntó entre jadeos.
Le mostré el reloj puesto en modo de cronómetro, que se había detenido apenas el rubio había terminado su cuarta vuelta, y lo felicité.
—Tu mejor marca —acoté.
Él rió y se mojó un poco la cara con agua de su botella, para refrescarse luego de haber corrido su tiempo record.
Estuvimos unos minutos hablando de la última partida del LOL que habíamos jugado, pero fuimos repentinamente interrumpidos por un balón dirigido hacia nosotros que por poco no nos decapitó. El que nos hayamos movido por puro reflejo, ayudó mucho.
—Mala mía —se excusó falsamente desde el medio de la cancha, uno de los idiotas amigo de Landon. Luego comenzó a reír.
—Explícame otra vez por qué no puedo golpearlo —pidió mi amigo en un tono poco audible pero severo, mientras mirábamos de mala gana al deportista.
—Porque eso sólo terminaría como la última vez que lo intentamos.
—¡Hey, Maricas! ¿Les es muy complicado patear un balón? —Gritó el imbécil, aún en el mismo lugar.
Gabe lo tomó entre sus manos, meditando algo. Una idea que no me cerraba por ninguna parte.
Me miró, y pude notar su mirada decidida, producto de su ira. Traté de negar con un leve y disimulado movimiento de cuello, pero él ni siquiera se detuvo a notarlo.
Miró unos metros más allá, al medio de la cancha donde el deportista esperaba impaciente. Colocó el balón en el piso y sonrió de lado con listeza.
—No tienes que probarle nada... —Afirmé tratando de calmarlo, pues yo era consciente de la fuerza con la que este rubio contaba, y llevar a cabo lo que estaba a punto de hacer, podía salirle tan bien como mal, o peor.
—Muy tarde —sentenció, y luego pateó el balón.
Éste llegó en perfecto ángulo, hasta Marcus Kallighan, que si no se hubiese agachado en el momento justo, le hubiese partido la nariz y lo habría dejado sin dientes.
No estaba seguro si esas eran buenas o malas noticias.
En un abrir y cerrar de ojos, el deportista se dirigía hacia nosotros, y estaba seguro que no era para felicitar a Gabe por su patada digna de entrar al equipo de la escuela.
Mi amigo dio tres pasos hacia atrás listo para correr si Marcus se acercaba un poco más a nosotros, pero éste fue detenido a medio camino por otro del equipo. Por Jack Anderson.
Quien había comenzado con todo aquello, nos miró con seriedad y desafío, dándonos por sentado que más tarde pagaríamos ese rencor despertado. Luego, se fue con el resto del equipo.
Anderson dirigió su atención a nosotros, con una expresión ilegible en su rostro. Al cabo de unos segundos, siguió el mismo camino que el otro integrante de su equipo.
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El Desfile de los Corazones Silenciados
Novela JuvenilLa vida es un constante descubrimiento de nuestra persona y su lugar en el mundo. La vida no es algo estático, sino que se trata de un movimiento infinito de altos y bajos, tropiezos, caídas, y superaciones. Sin embargo, todo toma un color diferente...