Capítulo 25: ¿Disculpas Aceptadas?

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Emma's POV

Seguíamos sin reaccionar. Las palabras del ahora co-copitán del equipo de fútbol nos habían tomado por sorpresa.

Miré a Jesse en busca de alguna expresión que me diera algún indicio de cómo se sentía, pero su silencio y su mirada neutra dirigida al piso no me ayudaba.

En cambio, el rubio que llevaba un pañuelo en la cabeza, miraba a Jack con tal furia que parecía que en cualquier momento le iban a salir rayos láser de sus ojos y quemarlo vivo.

Los demás estábamos tratando de encontrar algo para decir que calmara un poco la tensión, pero luego de una confesión como aquella, no sería muy posible pasar a otro tema.

  —¿Quieres decir que...? ¡Estos últimos dos años y medio nuestra secundaria ha sido un infierno...! —Exclamaba Gabe, señalándose a sí mismo y luego a su amigo de cabello teñido —. ¡¿Y todo este tiempo fue gracias a ti?!

    —Valley, por favor, cálmese, les pido por favor que hablemos esto con calma y madurez —intervino la señorita Roxanne, antes de que el asunto se saliera de control y se terminara armando un escándalo mayor al de la última vez.

—¿Madurez? Sí claro, porque las acciones y la cobardía de Anderson demuestran una gran madurez —rió sarcásticamente él, mientras lo miraba con desprecio.

  —Sé que fui un idiota, y créanme que cuando comenzaron a molestarlos por eso, me arrepentí de haber dicho esa estupidez —trató de razonar con ambos. Miró a Jesse apenado. —. Juro que nunca quise que ese comentario de pendejo imbécil causara tantos problemas.

   El chico que se encontraba a mi lado hizo una mueca en un intento de media sonrisa, volviéndose serio nuevamente y asintiendo.

   Pero Gabriel no actuó de la misma forma. Se paró de su asiento violentamente, se acercó a Anderson, mientras Hiiro y mi primo trataban de detenerlo, y antes de lo que canta un gallo, lo empujó, buscando entrar en una pelea de piñas y patadas con uno de los mejores deportistas de la secundaria Whesthood.

   —¡Gabriel Valley! —Exclamó la consejera escolar, al mismo tiempo que Jesse llegaba para ponerse en medio de ambos jóvenes y evitar que otro golpe recayera en alguno de los dos.

   Jack Anderson miró avergonzado al rubio y luego volvió a su asiento. Gabe lo miró con un rasgo de desafío y luego se sentó, causando un silencio enorme en el aula nuevamente

    —¡Ya basta! ¿Cómo es posible que sigan actuando como niños de once años? ¿Golpear a alguien? Estamos aquí para poder ponerle un fin a la violencia, no generarla —gritaba Roxanne, liberando todo lo que mantenía guardado desde la primera vez que entramos a esa clase, un par de semanas atrás. —. ¿Saben qué es lo peor? Esto era un grupo para que pudiéramos ayudarlos, pero, sobre todo, para que pudieran ayudarse a sí mismos, y así es como prefieren vivir su secundaria... Sumergidos hasta el cuello en violencia e irrespeto... Respóndanme algo ¿Seguirán causando estas puestas en escena durante todo lo que resta del año? —La pregunta de la consejera escolar quedó flotando en el aire, sin que nadie la respondiera. Ella comenzó a asentir con enojo y desconcierto, caminó hacia la puerta, abriéndola y haciéndose a un lado, luego esperó en silencio. Como nadie emitió sonido alguno, ella volvió a hablar. —. De acuerdo, mis cuarenta y cinco minutos ya pasaron, y esto no va a funcionar a menos que ustedes quieran que lo haga, así que, les daremos una semana entera para recapacitar. El próximo viernes esta puerta estará abierta, quien quiera venir, puede hacerlo, y el que no, estará en todo su derecho, pero sepa que es su elección pasar sus siguientes dos años y medio en el mismo estado emocional que ahora. El cambio empieza por uno mismo, eso es todo.

El Desfile de los Corazones SilenciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora