Veinte

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CAPÍTULO 20

La boda se celebraba en el jardín de la mansión Sainz Micheli. El juez estaba terminando de arreglar los últimos detalles. Mientras Nacho feliz y radiante recibía a los invitados, Micaela observaba todo de la habitación de planta alta donde estaba, ahora sola ya que había echado a Bruno después de lo que le confesó que planeaba hacer.

Ella se sentía mal consigo misma, su familia no la crio así, ella era buena persona pero desde que conoció a Bruno todo cambio, ella lo amaba por sobre todas las cosas. Lo amaba más que del amor propio que se tenía, por eso aceptaba y apoyaba cada locura de él, aunque esto era el colmo. No podían ser tan malvados, tan desalmados.

En este tiempo había llegado a conocer a Ignacio. Él era lo contrario a su hermano. Él era sensible, encantador, romántico, amable, bueno. Esa era la palabra. Él era bueno. A Micaela le gustaba, sí, pero no estaba enamorada de él. Lo quería, sí, pero no lo amaba. Ella estaba enamorada y amaba al hombre equivocado, al malo, al villano. Y por ese error de su corazón es que se sentía tan mal consigo misma. Sea lo que sea que Bruno tuviera preparado para Nacho, él no se lo merecía.

Faltaban 10 minutos para que iniciara la ceremonia. Toda su familia ya se encontraba en el jardín aguardando por ella, quien había decidido entrar sola, a pesar que su padre se ofreció a caminar junto a ella hasta el altar.

Suspiró y tomo una gran bocanada de aire. Tomó el ramo de flores naturales que Camila le había dejado preparado sobre la mesa y comenzó a bajar lentamente las escaleras.

En el living la esperaba Bruno, Micaela rodó los ojos al verlo.

- Pensé en que fui clara en que no quería que siguiéramos hablando - dijo ella viendo que nadie estuviera para escucharlos.

- Es sobre otra cosa - habló él con una voz suave, diferente tono al usual. - Mira, sé que no soy el mejor hombre del mundo, estoy lo más lejos de serlo pero en verdad te amo, sos lo único que amo Micaela y por eso estaba esperándote acá para decirte que no voy a dejar que hagas esto - ella lo miró sorprendida, no podía creer las palabra que su amante decía. - Porque te amo y en verdad quiero que el día de mañana formemos una hermosa familia, ahora mismo vamos a irnos de acá, lejos, solo los dos y vamos a ser felices y amarnos libremente como siempre lo hicimos- agregó apuntando hacia fuera donde estaba esperándolo el chofer en el auto de él.

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