Veintiocho

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CAPÍTULO 28

– Bru, ¿por qué no me dijiste antes? – preguntó preocupado Nacho. – Recuerdo que los abuelos tenían. Siempre con la insulina, privándose de comer cosas ricas.

– Me dijeron que voy a estar bien, solo ser cuidadoso y responsable. La casa es grande, no quiero quedarme solo... y enfermo – se victimizó Bruno.

– Lo entiendo hermano – se compadeció Ignacio. – No voy a dejarte solo. Vamos a quedarnos a tu lado. Despreocúpate.

– Gracias Nacho. Es un gran gesto de tu parte hermano – dijo el morocho abrazando a su hermano.

Por supuesto que Bruno estaba sano. Gozaba de una excelente salud. Pero Bruno era un extraordinario actor, él era experto en fingir, también era muy bueno en el arte de la manipulación. Porque eso era lo que estaba haciendo, estaba manipulando. Inventar que estaba enfermo era lo primero que se le había ocurrido para evitar que Ignacio y Micaela se fueran. Y supo que su plan había funcionado a la perfección cuando vio la expresión abatida en el rostro de su hermano menor.

***

Micaela golpeaba sus tacones contra el piso de la sala de espera del consultorio. Si algo le molestaba por demás, era esperar, ella desde niña siempre fue impaciente.

– Sainz Micheli – escuchó que nombró el médico y se demoró unos segundos en darse cuenta que la estaban llamando a ella, todavía no se acostumbraba al apellido de casada.

– Doctor Pacheco – estrechó su mano Micaela ingresando a la oficina.

– Tome asiento señora Sainz – indicó. – Ya tengo los resultados del análisis que le practicamos.

– ¿Son buenas noticias?

– Eso depende de usted. Felicidades Micaela, está esperando un bebé.

– No puedo creerlo – logró decir emocionada ella. No se lo esperaba, pero siempre se había imaginado a sí misma como madre.

Se sentía feliz. Por primera vez en su vida estaba completa, radiante y... ansiosa. Si, ansiosa.

Luego de ser invadida por la felicidad, fue atacada por la duda. Ella esperaba un hijo pero quien era el padre. Había dos opciones y ninguna forma de saber cuál era la correcta. Bueno, por lo menos no sin tener que develar su relación clandestina con Bruno.

– Doctor, ¿todo lo que diga es confidencial cierto? – quiso corroborar la rubia.

– Por supuesto señora – confirmó él.

– Entonces, en ese caso necesito saber algo con precisión.

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