Once

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CAPÍTULO 11

El día para Micaela paso rápido, había compartido un corto almuerzo con su jefe quien seguía bromeando sobre la relación entre ella y Bruno. Después, aunque le agarro un poco de sueño se bebió un café y ya se encontraba como nueva, solo esperaba a la noche poder dormir.

Nacho había llegado media hora antes de lo acordado, aun Micaela seguía terminando unos papeles de Matt, así que tuvo que esperarla hasta que esta cumpliera su jornada laboral.

- Que raro verte por acá - comentó con ironía Matías acercándose para saludar al hermano de su amigo - desde que volviste no haces otra cosa que merodear por estos lados.

- Te corrijo, merodeo a Micaela, no a tu lugar - rió Nacho haciendo poner colorada a la secretaria.

- ¿Qué opina Brunito de esta especie de relación que están llevando ustedes? - curioseó Matt.

- Que serás entrometido Matías - lo regaño Mica tratando de esquivar el tema y las incomodas preguntas de su jefe.

- ¿Qué? - se hizo el desentendido. - es una simple e inofensiva pregunta.

- No creo que a Bruno le importe - respondió Nacho. - Mi hermano sabe que no quiero la amistad de Micaela, así que no voy a robársela como amiga.

Mica ya estaba como un tomate de lo roja, las palabras de Nacho la habían tomado por sorpresa.

- Bueno, ya ya. No hablen de mi como si yo no estuviera presente - dijo ella rápidamente evitando que Ignacio continuara hablando y haciéndola cada vez más colorada. - Ya terminé con todo, ¿te molesta que salga diez minutos antes jefecito? - le preguntó a Matt ya que aún faltaban diez para las ocho.

- Pueden irse - sonrió él guiñándoles un ojo y entrando a su oficina.

***

Nacho había pagado todo, desde las entradas hasta los pochoclos y la gaseosa no dejo que ella sacara su billetera, a pesar de los pedidos insistentes de la rubia de colaborar.

- ¿No estás cansada? - le preguntó en un susurro él ya que estaban dentro de la sala de cine y estaban dando los avances de otras películas.

- Te dije que no - le sonrió ella bebiendo su vaso de coca-cola. - Estoy más fresca que una lechuga, espero cansarme así hoy puedo dormir.

- Puedo hacer que te canses - comentó él y por trigésima vez en el día, Micaela volvió a teñirse de color rojo.

Aún no entendía porque tanto le afectaban las palabras de Ignacio, a fin de cuentas, con Bruno no era así, podía aceptar sus piropos y demás sin ningún pudor. Nacho era distinto, muy distinto.

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