Uno

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CAPÍTULO 1

Micaela Viciconte, es una hermosa mujer que trabaja como secretaría en una agencia de fotografía de la cual Matías Ferrario es el dueño. Llevaba trabajando más de cuatro años allí y era muy feliz con su trabajo.

Ella había nacido en Mar del Plata, su familia era de allá y cuando cumplió la mayoría de edad viajó para la Capital para independizarse. Micaela siempre se había caracterizado por ser frontal, honrada y madura que luchaba por lo que quería hasta el final. Paso por muchos trabajos antes de convertirse en la secretaria de Matt. Por intermedio de él conoció a Bruno Sainz Micheli, en una de las fiestas de fin de año de la agencia.

Bruno es director general en una empresa multinacional, es un hombre ambicioso y seductor que enamoró a Micaela a primera vista.

Desde esa fiesta en que se conocieron se volvieron inseparables, Bruno iba todas las noches después del trabajo al departamento de ella, incluso salían con frecuencia. Pero a pesar de llevar una vida de novios, no lo eran; solo eran amantes, Bruno no era hombre de comprometerse y ella lo sabía. Pero le bastaba con saber que solo era ella la única mujer en su vida.

Aunque Bruno no era de hablar mucho de su vida, con Micaela era todo distinto, ella sabía todo sobre él. Sus negocios, sus familias, las mujeres antes de ella. Él era muy frío y para nada demostrativo, no tenía compasión por nadie ni cariño. Todo su amor era para Micaela, y eso no podía hacerla más feliz.

Ella además de ser su amante, su amiga, era su confidente, su cómplice. Lo amaba profundamente y sabía que era reciproco, Bruno le había demostrado en más de una ocasión que estaba dispuesto a dar su vida por ella.

Como aquella vez que habían salido tarde del teatro, un ladrón los había interceptado para robarles y Bruno no dudo ni un segundo en proteger a Micaela tras de él y hacerle frente para que no la lastime.

Los padres de Bruno sufrieron un accidente en el avión que los estaba trayendo de Miami, ella como buena compañera de vida de él tenía que acompañarlo en el sepelio que se llevaría a cabo esa mañana.

Micaela, autorizada por su jefe quien a su vez era el mejor amigo de Bruno, no iba a ir a trabajar por unos días. Así que se despertó y muy tranquila pudo bañarse y desayunar antes de salir hacia el cementerio.

Una vez que llegó allí diviso a lo lejos a su amante, tan distante y majestuoso, estaba como si nada hubiese pasado, parado firmemente al lado de la reciente sepultura de sus padres. Micaela sabía que él estaba tal y como se mostraba, que la muerte de sus progenitores realmente no le afectaban en lo más mínimo.

– Mi más sentido pésame – dijo Micaela sorprendiendo a Bruno que estaba de espaldas. – ¿Qué paso? – le preguntó cuando lo vio pálido y más serio de lo normal.

– Mi hermano, llegó – anunció él mirando hacía una esquina donde había un chico rubio que se notaba que estaba muy compungido.


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