Tres

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CAPÍTULO 3

Después del entierro, Bruno llevó a Micaela a su mansión, tenía algo muy importante que hablar con ella.

– ¿Seguro estas bien con todo esto? – le preguntó Mica tomándole la mano ya que había parado el auto por el semáforo en rojo.

– No me importa lo que paso. Nunca tuve sentimientos ni cariños hacia ellos, hacia nadie en verdad – contestó con su frialdad característica él. –Solo te quiero a vos – sentenció sonriéndole sinceramente.

– ¿Cómo podes no tener sentimientos por nadie? Digo, yo no me imagino una vida sin amor – comentaba ella pensativa.

– Nunca lo sentí – le explicó – de niño me di cuenta que no quería a nadie. Solo cuando te conocí me di cuenta lo que es querer a alguien.

– Me siento muy halagada – rió la rubia.

– Deberías sentirme muy afortunada – bromeó y no tanto él. – ¿Matías te dio unos días libres cierto?

– Sí, tres, piensa que necesitas de mi compañía.

– Siempre necesito de tu compañía amor – dijo con doble sentido Bruno haciendo sonrojar a la rubia.

Ni bien llegaron a la mansión Sainz Micheli, Bruno llevó a Micaela a su oficina para poder hablar tranquilos y en privado.

– Desde que salimos del cementerio estas extraño, ¿seguro que todo está bien? – volvió a insistir ella al verlo ansioso.

– Sí amor – sonrió él. – Solo que mientras enterraban a mis padres se me prendió la lamparita.

– ¿Así que tuviste una idea? – preguntó confusa ella mientras Bruno se acercaba y la acorralaba.

– Sí – afirmo él besando rápidamente – te estaba diciendo que soy yo quien merece todo, no quiero compartir la fortuna con mi hermano – agregó antes de volver a besarla, sin embargo ella seguía confundida no entendiendo a donde quería llegar. – Entonces pensé que vos podrías ayudar a sacarlo del medio.

– Creo que no estoy comprendiendo a donde queres llegar – dijo Mica separándose un poco de él.

– Quiero que seduzcas y enamores a mi hermano – le pidió Bruno a su amante.

– ¿Qué? – exclamó casi horrorizada ella.

– Me molesta la idea, no me hagas repetirlo, ya oíste – sentenció él.

– Estas loco Bruno – gritó la rubia empujándolo lejos de ella.

– Amor por favor – le suplicaba. – Necesito que me ayudes en esto, prometo que cuando todo acabe nosotros vamos a casarnos y estar juntos, pienso comprometerme con vos – intentaba convencerla.

– ¿Cuál es el resto del plan? – quiso saber ella ya intuyendo la idea de su amor.

– Que te conviertas en su esposa, su heredera – llegó al punto él. – Después me ocupo yo.

– ¿Te ocupas vos? ¿Cómo? ¿Matándolo? – Mica no podía creer hasta donde era capaz de llegar Bruno, si bien sabía que no tenía piedad ni miramientos, esto iba más allá de todo.

– Necesito que te cases con él Micaela – volvió a demandarle – eso también me dolería a mí. No quiero ni imaginar verte coqueteándole, o besándolo.

– Si vos tampoco lo soportarías, ¿Por qué insistís en que lo haga?

– Porque quiero toda la herencia de mi familia para mí. Y por eso, estoy dispuesto a soportar verte con él – afirmó muy seguro él.

– Te estás dejando cegar por la codicia. – aseguró ella dejándolo solo y yéndose de esa mansión. Todavía no podía asimilar lo que Bruno acababa de pedirle. Necesitaba un tiempo a solas. Por un tiempo no iba a querer ni verlo.

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