*Recuerdos* (1)

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Siento mis labios secos y agrietados, trate de producir algo de saliva para humedecerlos, pero fue inútil.

Ni siquiera siento mís brazos por estar encadenados a un tubo arriba de mí cabeza, mis piernas se sienten entumecidas por estar toda la noche en una solo posición, y ya he olvidado cuando tiempo he estado aquí.

Las cuatro paredes de esta habitación tan oscura, se me volvió algo tan visible para mis ojos, que hasta puedo leer lo que está escrito en cada una de ellas.

--ayuda, sálvenme por favor, los odio, muéranse,...-- eran algunas de las frases que leía de las paredes, algunas pidiendo ayuda, y otras con odio pudiendo la muerte.

Había también otras, contando sus historias, pidiendo a lo último que no se las olvidara.

--saca a los números 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25--escuche al señor de las jaulas decir eso afuera, en el pasillo.

De pronto escuche abrir mi puerta y entraron los repartidores --es tú turno número 25-lo decían riéndose, burlándose de mí --si que te ves mal número 25, pero eso no me importa-me lo dijo el más alto de ellos mientras sujetaba mi rostro y lo soltaba con fuerza, luego me desencadenaron y me levantaron para ponerme de pie.

Me dirigieron a la puerta --sal de una vez número 25--y me empujaron así fuera.

--¡hagan todos una fila!--gritaba el señor de las jaulas.

Todos nos pusimos en una fila, uno de tras del otro, a medida que salíamos de los cuartos, y cuando ya estábamos todos, los repartidores nos llevaron al comedor. En una fila, pasábamos por nuestros platos ya servidos, y nos dirigíamos a sentarnos en las mesas.

Una vez terminada la fila, todos ya se encontraban sentados y comiendo, a excepción de algunos que ni tocaban el plato.

Deje de mirar al mi alrededor y me dispuse a comer pero mis pensamientos me invadieron, quería recordar... y de pronto vinieron a mi mente mis últimos recuerdos.

(Recordando...)

Ciento una luz cálida, que me cubre por completo, proviene de una ventana de la habitación. Abro mis ojos pero al punto de casi segarme por la luz, decido cerrarlos nuevamente.

Al parecer estoy echada en una cama, así que decido levantarme. Puedo ver la punta de mis pies, parecen brillar por el resplandor de la luz.

Me siento diferente. Todo parece diferente.

El sonido de una alarma despierta mi interés y me dirijo hacia ella, puedo ver lo que es, un reloj provocando un incesante ruido, pero luego deja de sonar.

--ya despierta, debes irte, ahora-- la voz de una mujer se hace presenta sin previo aviso, en una esquina de aquella habitación. Volteo rápidamente para ver quién es la persona—vamos, llegaras tarde otra vez --su voz es suave y delicada.

La miro pero no logro ver su rostro, ella se da la vuelta y se va.

¿Quién era esa persona? Me parece…

EncadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora