Encadenada

*¿Qué sucede?* (18)

--¡Despierta  maldita sea! –soy golpeada y eso hace que reaccione, pero no del todo.

--¿Qué sucede?—pregunto mientras me levantan de la silla-- ¿Qué hacen?

--te trasladaremos a un lugar más divertido—escucho como se ríe por lo último que dijo.

No entiendo que está pasando, pero creo que eso ya no me importa. Donde sea que me lleven de igual forma estaré muerta.

Arrastrándome por el suelo, casi inconsciente de adonde me dirigen. Escucho unas suaves voces hablándome y nuevamente me encuentro en otro lugar.

En un cuarto muy diferente al que yo suelo entrar, donde salen luces en todas partes. Alumbrando cada rincón, sin dejar sombras, ni oscuridad.

--mírate… has cambiado mucho desde la última vez que nos vimos.

Volteo a ver de quien es esa voz y lo que veo es a un chico de ojos verdes, sentado en el suelo mirándome con una sonrisa  en su rostro.

--¿Quién eres?

--no lo sé, dímelo vos... --Responde aun sonriendo y escribiendo algo en el suelo, con su dedo.

--yo no sé quién eres... –digo, aun sin entender la situación.

--claro… Como ibas a saber quién soy, si ni siquiera sabes quién eres tú—veo cómo cambia de expresión y ya no sonríe como lo estaba haciendo… Se levanta y se dirige hacia mí con una expresión de tristeza—como ibas a recordarme, cuando no recuerdas ni tu nombre—acaricia suavemente mi mejilla y se va caminado.

Miro al suelo y me doy cuenta de que escribió algo en él. Camino hacia el otro lado, para ver mejor lo que está escrito.

“¿Cuál es tu nombre?”

Mi cabeza empieza a dolerme. Como punzadas que perforan mi cerebro. De pronto todo se vuelve oscuro.

--No más… ¡No más!—mi corazón se acelera y mi respiración se agita.

Despierto en un cuarto con mis manos encadenadas arriba de mi cabeza. Sudando y muy confundida.

--al fin despiertas—veo a un hombre sentado en un sillón frente a mí, mirándome fijamente—entonces, es hora de divertirnos—sonríe mientras prende un cigarrillo.

Veo detenidamente en donde me encuentro, pero lo único que observo es una cama y dos puertas.

El hombre se levanta de aquel sillón y se dirige a mí.

--Ahora me obedecerás a mí—lo dice escupiendo todo su humo en mi cara.

Coloca su brazo en mi cintura y me aprisiona contra su pecho. Puedo sentir su asqueroso olor que emana de su cuerpo.

¿Pero quién es este hombre? ¿Qué está sucediendo?

--primero tengo que marcarte—su rostro se introduce por mi cuello—esto te gustara—siento su respiración y en un instante introduce sus dientes en mi cuello.

--¡ah!—grito de dolor, pero parece no importarle porque vuelve a morderme en el mismo lugar--¡Duele!—ciento que cae un líquido, y lo primero que pienso es que es sangre brotando de mi cuello.

El hombre deja de morderme y me mira a la cara—nos vamos a divertir mucho juntos.

¿Por qué no mejor me matan de una vez?

--no, no deves rendirte—me dice una voz.