*¿Pero que paso contigo?* (21)

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Sentía cada golpe que él me daba, uno tras otro. Patadas, puñetes, jalones era lo que él me estaba haciendo.

--como te atreves a responderme de esa manera—me sostuvo con fuerza mi cabeza para luego arrojarme al suelo—esto te enseñara, cuál es tu lugar—dándome patadas en mi estómago, que producían que escupiera sangre, era su forma de castigarme.

Sentía mucho dolor en todo mi cuerpo, era como si cada patada fuera más intensa después de la otra.

--esto es lo que te mereces—él, alzo su pie lentamente, y con fuerza me dio una patada en la cara.

Estaba cansada, ya ni siquiera podía ver lo que estaba ocurriendo. La sangre estaba dispersa en todas partes. Mi vista estaba completamente desapareciendo y en tan solo un segundo todo se volvió negro.

Desperté tirada en el suelo, con mi sangre aun brotando de mis heridas. Todo mi cuerpo estaba inmóvil, ni mis brazos, ni mis piernas me respondían.

Pero lo peor era mi rostro. Mi vista era casi ciega, apenas y veía algo. Mi nariz estaba partida, casi no podía respirar, y mi labios también, con sangre aun en mis dientes.

El dolor de mi cuerpo era abrumador, y aun así, las lágrimas no salieron de mis ojos.

Tirada en el suelo, aun con todas mis heridas, me sentí diferente.

La puerta se abrió con su estrepitoso sonido que se escucha en la habitación. Los pasos de alguien se acercaban al lugar donde yo me encuentro.

Y el olor a cigarrillo en el aire se hizo presente y me di cuenta de quién se trataba.

--¿pero qué paso contigo?—se agacha acercándose ligeramente hacia mí-- En este estado ni siquiera me dan deseos de tocarte--haciendo un sonido con sus dedos, pone una sonrisa en su rostro—llévense la.

Unos hombres aparecieron y me tomaron de los brazos arrastrándome por el suelo.

Podía ver a ese hombre parado fumando con una sonrisa en su asqueroso rostro. Ahora mismo no sabía que me esperaba, pero estaba preparada para lo peor, ya nada me importaba.

El pacillo por primera vez me pareció eterno. La sangre que caía a mis ojos hacia que parpadeara cada momento, y la sangre de mi boca se escurrían en forma de gotas manchando lo que pretendía ser ropa.

Mi mente estaba en blanco, nada parecía producir una reacción que hiciera que entrara en pánico.

En un momento a otro, aquellos dos hombre me alzaron y me empujaron hacia dentro de un cuarto, tirándome al suelo y cerrando la puerta, quedando a los dos hombres al otro lado de ella.

Como siempre todo estaba oscuro, y yo apenas y podía ver.

--¿Quién… quién está ahí?

La voz de una mujer hace que me percaté de que no estaba sola en esa habitación.

Trato de levantarme, aun con todo el dolor de mi cuerpo, para ver de quien se trata. Lentamente coloco primero mis manos en el suelo y poco a poco mis rodillas hacen el resto, para ponerme de pie.

Dando un parpadeo mirando en la dirección donde se produjo esa voz. Aun viendo borroso pero, me doy cuenta de quién es esa persona. Unas lágrimas empiezan a limpiar la sangre de mis ojos.

No lo podía creer… ella aún estaba con vida, con los ojos vendados y encadenada a un tuvo arriba de su cabeza… estaba ¡Viva!...

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Gracias  por leer. Los quiero mucho cositas hermosas.

Nos leemos en el proximo capitulo.

《☆besos y abrazos☆》

EncadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora