*¡¿Qué sucedió?!* (31)

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--despierta—me levanto de la cama y parece que el vigilante R está enfadado por algo—muévete—me jala del brazo y me saca al pacillo.

Al salir me empuja contra la pared y al hacerlo veo a Iris al lado mío.

--¡¿Quién de ustedes lo hizo?!—No entiendo de que está hablando-- ¿Quién de ustedes le dijo a Palma que fuera a lo zona prohibida? –Esto no es bueno—más vale que respondan ya.

Tengo miedo, esto no acabara bien… yo fui…

--¡Ah!—un dolor en mi estómago empieza a surgir y siento como su me estuvieran atravesando un cuchillo—me duele… ¡Ah!  

Trato de sostenerme de la pared pero caigo al suelo, agarrándome el estómago con ambos brazos.

--número 25—Iris trata de ver lo que me pasa pero solo logra poner sus manos en mi espalda.

--maldición ¿Qué le sucede?

--no lo sé.

--¿Qué esperas? Llévala inmediatamente con Cala—Iris me ayuda a ponerme de pie pero el dolor es tanto que no logra ni moverme de donde estoy-- ¿pero qué haces? Muévete –me carga al instante y aunque el dolor sigue siendo el mismo no es peor cuando trato de pararme.

El vigilante parece ir a toda prisa y aunque sabe que los movimientos hacen que me duela más, parece no importarle.

--ah… me duele, me duele mucho-- ¿Qué me está pasando? Este dolor es insoportable.

--ya casi llegamos número 25— escucho a Iris a un costado mío.

--abre la puerta.

--si—Iris se adelanta y escucho como una puerta se abre.

--¿qué sucede?—una tercera voz de una mujer se escucha— ¿Qué es lo que tiene?

--¿dónde la pongo?

--aquí por favor. Colócala en la cama.

Apenas siento la cama, empiezo a estrujarme en ella. El dolor aumenta.

--¿Qué fue lo que le paso?—la mujer trata de agarrarme pero no puede.

--no lo sé. Solo haz algo. Si algo le pasa a esta chica estarás en problemas Cala—el vigilante se va azotando la puerta.

--duele—es todo lo que logro pronunciar.

--te entiendo, pero debes decirme donde te duele--le séllalo el estómago y ella empieza ha apartar mis manos de el--está bien, ahora quiero que dejes de moverte. Debo saber la causa de tu malestar—empiza a presionar zonas de mi cuerpo con sus dedos-- ¿dime donde te duele más?—cuando siento que el dolor aumenta le digo que pare pero ella parece saber qué es lo que tengo – no puede ser… llama al vigilante de inmediato—le grita a Iris

--Pero…

--¡apresúrate!

--si—Iris sale corriendo mientras que la mujer parece estar preparando algo.

--¿Qué es lo que tengo? –la miro pero ella no me responde y sigue haciendo lo suyo—por favor…

Deja de moverse y me da la espalda. Un silencio se produce hasta que la escucho suspirar.

--Estas… estas embarazada,

...qué

--¿Qué?... No, no puede ser… --unas lágrimas parecen caer de la nada, y siento una presión en mi pecho que no me deja respirar

Esto no es verdad. No puede ser cierto.

La puerte se habre de golpe y quien la abre no es el vigilante.

--¡¿Qué sucedió?!

-- mi Señor…-- la cara de la mujer se torna en preocupación.

Veo cómo va directo a donde me encuentro pero no me dice nada y voltea a ver a la mujer-- ¿qué es lo que tiene?

La mujer no sabe que decir y solo desvía la mirada.

--te pregunte, que es lo que tiene.

--Mi Señor. Ella al parecer... esta embarazada.

Un silencio casi petrificante aparece y al igual que yo, nadie dice nada. Iris parece estar sorprendida y se tapa la boca con las manos volteándose a mi dirección.

--quieres decir… que está esperando un bebe.

--asi es mi Señor—la mujer parece aterrada y apenas le salen las palabras. 

No, yo no puedo…--¡ah!—el dolor comienza nuevamente y todos parecen reaccionar.

--Mi Señor no tenemos tiempo. Está entrando en labor de parto…

--¿Qué?—el Señor parece confundido por toda la situación.

--¡Iris! Apúrate. Debes ayudarme—Iris Se acomoda donde le pide la mujer y aunque parece tener miedo hace todo lo que le indica—escúchame—me habla pero apenas y le prestó atención— tendré que abrir tu estómago, ¿entiendes? Debo realizar una cesaría—el dolor aumenta más y más-- Él bebe nacerá prematuro.

--¿Qué sucederá con ella?

--Mi Señor es posible que no sobreviva.

--entonces no lo hagas.

--si no lo hago, mi Señor ambos morirán.

--¡ah!—no aguanto más este dolor. Siento como si me rompiera por dentro.

Mis lágrimas caen sin detenerse, que empiezan a nublar mi vista y mis gritos cayán a todos a mí alrededor. Hasta que dejo de escuchar mi propia voz…

EncadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora