*yo soy la número 25* (8)

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--yo soy la número 25- respondo mirándola.

--no, no ese número, me refiero a tu nombre--me lo dice sentándose en el suelo --¿acaso no te acuerdas de tu nombre?-- me mira un poco confundida --¿Cuánto tiempo haz estado aquí?--

Lo que me pregunta es algo que no puedo responder, porque ya lo he olvidado. No recuerdo cuanto tiempo he estado aquí.

--no lo sé--le respondo agachando mi cabeza.

--¿cómo que no sabes? Acaso lo haz...--

En ese momento ambas escuchamos un ruido que provenía del pasillo, parecía que alguien se estaba acercando.

--lo siento, pero me tengo que ir--lo dice mientras se levanta del suelo y se dirige a la puerta.

--gracias--le digo y ella me sonríe y se va.

No pasa mucho tiempo y escucho la puerta abrirse.

--oh, pero si es mi dulce pequeña--era la voz del Amo acercándose a mí--acoso no hablaras hoy tampoco... ¿sabes? Eso me molesta.

Apenas tengo fuerzas para no perder la conciencia, pero desde que vine no he dicho nada, ni suplicado, ¿no sé por qué?, pero no lo he hecho.

--parece que tengo que encellarte como me tienes que complacerme-- lo dice poniéndose detrás de mí y jalándome el cabello con fuerza --Esta vez traje nuevos juguetes para que me divierta mucho más contigo. Pacen chicos.

Cuando dijo aquello se abrió la puerta nuevamente con dos hombres que traían una especie de mesa de metal con ruedas. La colocaron justo al lado del Amo y luego se fueron.

--esta vez are que supliques. Que me ruegues que pare. Ya lo veras--lo dijo sonriendo de oreja a oreja.

Y después de lo que dijo, agarro un martillo de aquella mesa, con unos clavos en la otra mano. La mirada en sus ojos erán la de un niño jugando con su juguete, pero la mía se horrorizaba al pensar en todas las cosas que aria con esos dos objetos que estaban en sus manos.

Con la sonrisa en su rostro, introdujo el clavo en mi mano, azotando el martillo.

Mis gritos se escuchaban resonar en toda la habitación. Una y otra vez gritos, y golpes de martillo.

--¡¡AH!!--grite por el dolor de mi brazo porque en el había incrustado siete clavos hasta llegar casi a mi codo -Ah.. ah..mmm... shet-

--¿aun te resistes a suplicarme?... pues bien, ¡ahora no me detendré!. Estúpida mujer are de tu vida un infierno--

La sangre brotaba por mi brazo derecho y parecía como si todo se fuera a desvanecer hasta que vi algo moverse, mejor dicho a alguien y todo se puso negro...

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Los quiero un monton, no olviden votar ♡

《☆besos y abrazos☆》

EncadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora