*¿Qué? Acaso él...* (34)

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Respira… no tengas miedo… Solo cálmate.

Veo como coloca su abrigo en la cama y después  se sienta en ella.

--ven—extiende su mano en mi dirección y aunque no quiero tomarlo, lo hago—debes tomarte esto—saca de su bolsillo un frasco que contiene un líquido extraño y me sienta en sus rodillas.

--que… ¿Qué es?

--solo tómatelo—me lo entrega en mis manos.

Abro el frasco y sin pensarlo más, me lo bebo.

El sabor es desagradable que sin querer hago caer el frasco y pongo mis manos en la boca para no vomitar. Él se levanta bruscamente y me empuja al suelo.

--eres una…--le interrumpen antes de poder terminar su oración.

--¡Señor!—uno de los guardias le está llamando.

Lo miro aun estando en el piso y aunque parece enojado conmigo, parece más enojado con el hombre detrás de la puerta.

Se dirige a ella y la abre.

--¿en verdad quieres morir?

--… no, no claro que no, pero…

--entonces sal de mi vista—está a punto de cerrar la puerta pero el guardia lo detiene con su mano.

--Señor escuche por favor. El Amo vendrá a verlo pronto y si él se entera de…-- ambos me mirar—¿qué debemos hacer?

--pues llevarla a otra parte, imbécil—corre a agarrar su abrigo y veo como se va mi oportunidad de obtener la llave.

El guardia me ayuda a levantarme y me lleva por el pasillo a otra aria.

Veo como los vigilantes empiezan a mover a algunas chicas y entre todas ellas veo a Palma que esta golpeada en el rostro. Trato de llamar su atención pero el guardia me toma el brazo y sigue llevándome a otro lado.

¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué esta en ese estado?

--yo me encargare desde aquí—levanto la mirada y lo veo sonreír como si le diera gracia verme

-- creo que eso no es necesario vigilante M. Puedo ocuparme perfectamente de ella—lo ignora por completo y cuando nos estamos por alejar de ese hombre, nos detiene a los dos--¿Qué crees que haces? –un silencio se escucha por unos instantes--Que no se te olvide tu rango—el guardia parece molesto al sentir la mano del otro hombre en su hombro.

--y tu cuida a quien le das la espalda—ambos hombres se miran sin quitarse los ojos de encima—puede que luego te la apuñale.

La situación se vuelve cada vez peor hasta que uno de los dos sede a la amenaza del otro.

El guardia se va, dejándome sola con el vigilante M que no tarda en agarrarme fuerte del brazo y tirar de el.

Pasamos por un pasillo a otro y luego de un tiempo llegamos a un cuarto.

--entra—me suelta y abre la puerta
No protesto y hago exactamente lo que dice.

Dentro de la habitación veo que hay una cadena colgando en medio de ella. Sin poder prevenirlo el hombre me toma por detrás y me lleva hasta donde está.

Trato de forcejear pero no puedo y caigo de rodillas al suelo.

--no, suéltame

--¡cállate¡--toma mis manos para sujetarlas a las cadenas que están arriba de mí—por este tiempo te quedaras aquí—me encuentro sometida una vez más y la rabia vuelve a mí, que no dejo de demostrárselo—mírame todo lo que quieras…--hace una pausa y siento como su rostro empieza a cambiar por completo--… te mataría justo ahora—extiende su mano y lo coloca en mi cuello presionando después.

--a-adelante… --siento como presiona más y cuando empiezo a perder el aire se detiene.

Vuelve a cambiar de aspecto—lo are… tenlo por seguro, pero por el momento te quedaras así—y sin decir más me suelta— ¿dime fue lindo tu reencuentro con tu amiga?

¿Qué? Acaso él…

--No me digas que eres tan estúpida para creer que nadie vigilaba tu puerta— se ríe -- ¿Quién crees que la dejo abierta?

Estoy tan paralizada que ni siquiera puedo mirarlo o respirar.

--¿tú has estado vigilando mi puerta todo este tiempo?

No escucho ninguna respuesta de su parte más que un chasquido de su boca.

Si él me ha estado vigilando todo este tiempo eso quiere decir que… Estamos perdidas.

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