Capítulo Cuatro

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Cuarta matanza.

Las cosas empeoraron para ti.

Las noches se te hacían largas, y a consecuencia de ellos te empezaron a crecer ojeras. La paranoia aumentó y a causa de tu ansiedad y miedo te empezaron a crecer tics.

No salías de casa bajo ningún concepto. Siempre que tus "amigos" llamaban te inventabas alguna que otra excusa. No podías contarle a nadie que estabas siendo acosada por un asesino en serie. ¿Quién te creería? Y si alguien lo hiciera, lo más probable es que él los matara a todos y finalmente a ti.

Estabas completamente sola. Perdida en el cruel juego de aquél asesino.

Entonces te diste cuenta de que tu eras el ratoncillo asustado, y él el gato que quería cazarte.

Pobre muchacha...

Los días pasaban, y tu parecidas estar más delgada. No comías nada debido a tu ansiedad constante. El cuchillo de cocina seguía en su lugar, debajo de la almohada de tu cama, aguardando la llegada del asesino de la sonrisa cortada.

Esa misma mañana, tu madre se había ido más temprano de lo normal a trabajar, ya pasaron dos semanas desde que el asesino volvió, pero aun así decidirse coger el cuchillo. Te sentaste en el sillón del salón y prendiste la televisión para evitar que la casa se quedara completamente en silencio.

El silencio te inquietaba.

El primer canal que salió fueron las noticias con una última hora que te heló la sangre:

-"Nos acaban de informar que, en una vivienda bastante cercana a éste barrio ha ocurrido el asesinato de tres personas: u a de ellas, un niño de al rededor de ocho años. Han sido asesinados brutalmente a puñaladas y el asesino dejó un mensaje en la pared escrito con la sangre de las víctimas que decía: GO TO SLEEP".

Aquello no era una coincidencia. Tus tics nerviosos volvieron enseguida, así que fuiste corriendo a la cocina para tomarte las pastillas que te recetó el médico. Tomaste un par de ellas y, con más tranquilidad, volviste a tu asiento y seguiste mirando la televisión.

La noche cayó pronto, en todo el día lo único que comiste fueron unas galletas, no más de cuatro. Aquellos te estaba matando. No podrías aguantar por más tiempo, el sufrimiento era demasiado para ti, querías morir, era mejor que vivir como la mierda.

Subiste a tu habitación arrastrando los pies y entraste al baño de arriba. De uno de Los cajones cogiste una cuchilla de afeitar y te sentarse en la taza del inodoro. Descubrirse tu muñeca izquierda mientras que con la otra mano apuntabas directamente en las venas. Empezaste a cortar despacio y profundo, tanto que la sangre empezó a salir rápidamente.

-¡Suelta eso!- Una mano cogió el brazo de donde sostenías la cuchilla y te hizo soltarla. Frente a ti se encontraba el asesino de la otra noche. Estaba lleno de sangre seca, pero no tenía su cuchillo. No pudiste evitar sonreír, ya que no tendrías que aguantarle más -¿Crees que suicidándote lograrás escapar de mí? Pobre alma en pena.

Tus ojos se abrieron como platos por el dolor, al sentir que el asesino te tapaba la herida con su mano y empezaba a apretar.

-No te preocupes, he llamado a la ambulancia para que vengan a por ti.

"No podrás escapar de ".

No podrías hacer nada, morirías en sus manos, o simplemente él dejaría que el sufrimiento te consumiera hasta matarte. Pero no dejaría que te suicidaras. Tus ojos se fueron cerrando lentamente hasta que todo se volvió negro para ti. Lo último que escuchaste fue la sirena de la ambulancia y los pasos del asesino alejarse de ti.

Painted Smile (Jeff The Killer Y Tú)©»Terminada«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora