Capítulo Ocho

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Octava presencia.

A poco después llegásteis a un barrio desierto y sucio, inhabitado. Jeff caminó hacia la entrada de una casa y se agachó para recoger algo. Acto seguido abrió la puerta y entró. Después de cerrar la puerta tras de sí, te bajó de su hombro y dejó aquello que había recogido del suelo en una mesita cerca de la entrada.

-¿Dónde estamos?- Te atreviste a preguntar mirando a tu alrededor desconcertada. Aquella casa estaba limpia por dentro, los muebles estaban cubiertos de plástico y de cinta policial. Sin embargo Jeff parecía ignorar todo aquello. uña

-En mi antiguo hogar...- Respondió Jeff retirando un envoltorio de plástico de un sillón y dejándose caer en éste -Es el antiguo barrio en el que vivía, pero todos se largaron por el incidente.

-¿Qué incidente...?- Jeff te miró molesto, lo que fue una señal para ti de que debías cambiar de tema, ya que probablemente no quería hablar de ello -... ¿Por qué no me has llevado a mi casa?

-Idiota- Escupió -Si te llevo a tu casa, dado que lo más posible sea que nos haya seguido, descubriría donde vives, y en algún momento en que no esté contigo aprovechará para matarte a ti y a tu madre- El muchacho se levantó y de una nevera sacó una lata de cerveza.

Te quedaste en silencio y de pie observando todo lo que hacía el chico.

-Lo mejor es que te quedes aquí está noche, mañana te llevaré a casa- Sentenció él quitándose los zapatos y dándole un sorbo a la lata de cerveza.

Sin poder evitarlo, bostezaste. Jeff te miró finamente. Pudo notar que estabas muy cansada, y era normal con lo que había pasado.

-Si tienes sueño recuestate en el sillón- Te sugirió señalando el sillón que había a su lado, para luego levantarse y quitar el plástico que le protegía del polvo. Desconfiaste de aquella invitación del asesino. Desde luego no dejaba de tratarse del muchacho que había tratado de matarte.

-...- Un ruido de desconfianza se escapó de tu boca, lo que hizo que Jeff resoplara.

-No haré nada, solo ve a dormir- Empezaba a enojarse, no tuviste más opción que hacer lo que te decía y tumbarte en el sillón adoptando la postura a más cómoda para ti. A pesar del frío, conseguirse dormirte.

A la mañana siguiente, abriste los ojos. Te sorprendiste al ver que Jeff no estaba en la sala y que tu cuerpo estaba cubierto por una manta de lana.

¿A caso había sido él?

¿Por qué?

Te quitaste la manta y sobasta tus ojos. Después de eso, te encontraste a Jeff delante de ti con los pies descalzos, con la sudadera alrededor de su cintura atada de las mangas, estaba en camisa de tirantes, la cual era completamente negra.

-¿...Jeff?- Preguntaste. Somnolienta.

-No tienes que agradecerme lo de la manta, tranquila- Dijo, sarcástico.

-Gracias- Susurraste con una sonrisa. Jeff se te quedó mirando perplejo, entonces empezó a caminar hacia ti, pero no te moviste en lo absoluto. Sabías lo que iba a hacer, y por alguna razón querías que lo hiciera: con un mano derecha cogió tu mentón y con delicadeza lo alzó, cerraste los ojos en cuanto sentiste que sus labios rozaban los tuyos, para luego ffundiros en un apasionado beso.

Sin embargo, en tu pecho sentías una extraña sensación, como si alguien os estuviera observando.

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Painted Smile (Jeff The Killer Y Tú)©»Terminada«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora