Capítulo Treinta y Dos

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Trigésimo segundo regreso.

La noche cayó y tu te estabas empezando a desesperar un poco, por no mencionar lo nerviosa que estabas. Al mínimo ruido que se escuchara, tu cara se giraba en dirección a la ventana como si de un espasmo se tratara. Esperabas a que Liu llegara, pero una parte de ti no quería que llegara jamás.

En el reloj de la casa que, extrañamente, aún funcionaba, marcó las doce en punto de la noche y escuchaste un ruido en la ventana. Al voltear, esta vez si era Liu.

—Has tardado...— Se te ocurrió decirle, para romper el incómodo silencio que había.

—No puedo salir de día, me podrían ver— Respondió cortante. Decidiste no volver a abrir la boca a no ser que el momento lo requiera.

Liu se acercó a ti y te cogió en brazos. Te desconcertante un poco y te empezaste a zarandear hasta que te soltó y, roja como un tomate, le preguntaste... No, más bien le gritaste:

—¿¡Po-por qué me has cogido así!?— Liu no cambió su expresión seria y tranquila.

—Si prefieres que te lleve de otra manera...— Dijo, cruzándose de brazos.

—Puedo caminar, ¿sabes?— Dijiste, mientras te cruzabas de brazos. Liu se encogió de hombros.

—Haz lo que quieras— finalizó la conversación el castaño, mientras cerraba la ventana y caminaba a la salida. Tú hiciste lo mismo, cerrando la puerta tras de ti y dejando la llave en el sitio de siempre para luego empezar a caminar.

Ya iban por la mitad del camino, pero empezabas a cansarte, por lo que tenías que hacer pequeñas pausas para tomar aire. No recordabas que fuera tan largo cuando llegaste a tu casa corriendo.

Liu de vez en cuando miraba atrás para ver si te encontrabas bien, aunque simplemente se quedaba en silencio y, cuando veía que ya volvías a caminar, seguía. Él era el que siempre iba delante.

Llegó en un momento en el que ya no podías más, el cansancio acumulado por las noches sin dormir era demasiado, estabas por tirarte al suelo. Sin embargo, Liu caminó hacia ti y te cogió en brazos.

—¿Qué haces...?— Le preguntaste.

—Es parte del plan. Además, estás muy cansada, no creo que quieras seguir caminando— Respondió, mirando al frente. No volviste a decir nada en todo lo que quedaba de camino.

Al llegar a casa, observaste que la puerta estaba abierta y a Jeff y a Nina en el sofá muy juntos. La misma sensación punzante e incómoda en tu estómago. Los dos voltearon a ver a Liu y Jeff cambió su mirada a una de odio al ver que su hermano mayor te estaba llevando en brazos.

—¿¡Qué hace ella aquí!?— Gritó Nina, fingiendo una voz temblorosa y asustada, además de acercarse más a Jeff, como buscando su protección. Hiciste una mueca, pero no se te ocurrió hacer nada.

—Viene conmigo, Nina— Respondió Liu, con una mirada fría —Vamos, _____, ¿ya puedes caminar?— Te quedaste unos segundos en trance, mirando al suelo hasta que finalmente mociste de un lado a otro tu cabeza para hacerte despertar.

—S-sí, gracias, Liu— Le dijiste. Liu te sonrió, lo cual te pareció raro, y te bajó al suelo. Una vez que ya podías moverte por ti misma, Liu te cogió del brazo y te acercó a él para susurrarte al oído:

—Quieo que vayas a mi habitación y allí esperes a Nina. Yo. mientras iré a la cocina, Jeff irá y yo le llevaré hasta allí, ¿entendido?— No era para tanto, pero te sonrojaste por la cercanía y asentiste frenéticamente. Jeff enfureció, pero se mantuvo cayado viendo como subías las escaleras con el paso algo acelerado, mientras que Liu caminaba en dirección a la cocina con tranquilidad. Sintió que Nina se levantaba del sofá.

—Voy un momento al baño, Jeff— Le dijo con una voz dulce, él simplemente asintió y, al verla desaparecer subiendo las escaleras, aprovechó para tener unas palabras con su hermano en la cocina.

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Chan chan chaaaaaaaaaan...

;)

Painted Smile (Jeff The Killer Y Tú)©»Terminada«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora