Capítulo Uno

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Primera defunción.

Te levantas de la cama hecha un desastre. El resto de la noche no pudiste dormir nada por el miedo de que lo que fuera que entrara a tu habitación volviera. Te miraste al espejo y viste tu rostro cansado y con el pelo hecho un desmadre. Simplemente le echaste un poco de agua para darle forma y luego a tu cara para despertarte del todo.

Bajaste las escaleras despacio y arrastrando tus pies descalzos. Fuiste a la cocina sin hallar a tu madre. Había salido temprano a trabajar, como de costumbre.

Te sentaste en la mesa y simplemente tomaste un baso de leche fría. No tenías hambre. La sensación de anoche continuaba atormentándote en forma de dolor de estómago. Era frustrante. Pero, a pesar de aquello, decidirse asistir a la escuela pensando que tal vez así podrías pensar en otra cosa.

Prepararse tu mochila como si fuera un día normal y saliste de casa a la hora indicada. Caminatas a paso lento y con la lista mirando al suelo. Podrías dormirte en cualquier momento. La falta de sueño era algo que siempre te había afectado gravemente. No soportabas el no dormir.

Al llegar a la escuela, te sentaste en tu lugar como si todo fuera normal y en absoluto silencio. Nadie te prestaba atención. No la querías. ¿Para qué? No les dirías nada ¿Quién te creería?

Las clases pasaron como cualquier otro día normal. Finalmente conseguiste pensar en otra cosa, y la sensación incómoda de tu estomago había desaparecido, por lo menos de manera temporal.

Llegaste a casa dejando tu mochila al pie de las escaleras. Estabas agotada, así que lo primero que hiciste después de comer fue subir a tu habitación y recostarte en tu cama para tratar de dormir aunque solo fuera media hora. Nada. Te resultaba imposible. Dabas vueltas y más vueltas en tu cama con los ojos cerrados tratando de encontrar una postura cómoda sobre la cual dormir, pero no dio resultado de ninguna forma. Aquello te estaba destrozando.

Te sentaste en la cama y te decidiste por escuchar un poco de música para tratar de calmarte, ya que habías empezado a alterarte por la frustración de no poder dormir. A la mitad de la primera canción que seleccionaste a escuchar. El teléfono del salón empezó a sonar, lo que te obligó a poner en pausa esa canción que tanto te gustaba.

Bajaste lo más deprisa que pudiste las escaleras y cogiste el teléfono con algo de torpeza.

-¿Si?

-Hola, cariño- Se escuchó la dulce voz de tu madre al otro lado de la línea. Parecía estar llorando.

¿Por qué?

-¿Mamá?- Preguntarse algo preocupada. Tu madre sorbió su nariz y se calmó un poco. Parecía querer decirte algo muy importante.

-Cariño...- Volvió a pronunciarte -Escuchame bien...- Susurró. Tu corazón empezó a latir con fuerza otra vez -... Tu padre ha muerto.

¿Cómo?

¿Has oído bien?

...

-¿Q-qué?- Tartamudeaste con los ojos abiertos como platos.

-Sí, cariño...- Respondió tu madre apenada -Ahora mismo estoy en frente de su casa, y la policía a encontrado el cuerpo: ha muerto asesinado esta noche.

Dejaste caer el teléfono al suelo, pero este no se rompió al caer encima de la moqueta color crema.

Tus padres estaban divorciados. Debido a esto tu padre había tenido que irse de casa y vivía a unas manzanas de distancia. Pocas veces le veías, pero aun así sentías el mismo amor por él que hacia tu madre. Siempre estuvieron ahí para ti, hasta hoy.

Esa misma tarde, nada más tu madre llegar a casa, se organizó un funeral de última hora. Tu madre no permitió la autopsia en el cuerpo de tu padre. Le parecía una falta de respeto, además estaba claro que había muerto apuñalado.

Mientras el ataúd que dentro contenía el cuerpo del difunto, tu lo mirabas con total atención con los ojos muertos, no tenían brillo. Estabas destrozada y sentías que te estabas muriendo por dentro. No te entiendes, te arrepientes de no hacer pasado más tiempo con él. Tus ojos no sueltan lágrimas, se habían acostumbrado a no llorar cuando estabas delante de la gente.

Te maldeciste a ti misma repetidas veces.

-Papá...- Susurraste con el corazón roto. Deseabas poder volver al pasado para cambiar todo esto.

Deseaste haber sido tu y no él...

El funeral terminó, así que tu madre y tu volvisteis a casa con la mirada baja. No cenasteis. Ninguna de las dos tenía hambre, así que cada una se fue a su habitación. Te pusiste el pijama y miraste las fotos que tenías con tu padre cuando eras pequeña, e incluso las que os hicisteis semanas atrás, y también las que salia tu madre, como una familia.

Una lágrima resbaló por tu mejilla y se perdió en la caída en dirección al suelo. Te la limpiaste con la mano.

Te pusiste el pijama y te fuiste a dormir.


Painted Smile (Jeff The Killer Y Tú)©»Terminada«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora