Capítulo Dieciocho

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Decimoctabo pensamiento.

Jeff salió de la prisión a tiempo. Lo primero que hizo fue adentrarse en el bosque, donde fue recibido por Slenderman, quien le esperaba de pie, firme y con los brazos cruzados.

-Ahorrate el sermón- Se anticipó Jeff, sin siquiera mirarle. El asesino prosiguió su camino sin importarle que aquél gigantesco ser pudiera matarle en menos de lo que dura un parpadeo. Su mente estaba centrada en un único objetivo: Tú.

-Que rápido has vuelto- Una musical voz femenina le hizo enfurecer de repente. Sabía desde el principio que todo había sido la responsable de todo -¿Has decidido no hablarme a partir de ahora?- Escuchó los tacones de aquella mujer acercarse.

-Ni te me acerques- Escupió Jeff con desprecio, mas a aquella mujer no le importó -te mataré si das un paso más.

La mujer de piel blanca soltó una risita y siguió acercándose al joven asesino, hasta que él mismo le puso el cuchillo en el cuello y apretó.

-No perderás tu tiempo matándome, sé qué vas a buscarla a ella- Dijo la mujer esbozando una sonrisa detrás de la máscara.

-No creas que no soy capaz de matarte aquí mismo y ahora, no me costaría nada- Jeff alargó sus sonrisa, pero en realidad los nervios podían con él.

-Te costará encontrarla. Ella ya no volverá a su casa- Jeff se sorprendió. ¿Cómo lo sabía? ¿Qué había hecho esta vez? La mujer rió al ver la cara del menor de los Woods -¿Cómo? ¿Te sorprendiste?

-¿Qué has hecho esta vez?- Se limitó a preguntar Jeff, serio.

-En tus palabras, mandé a su querida mamá a dormir...- El asesino le dio un empujón a la mujer de cabellos rizados y salió corriendo del lugar, ya que quería encontrarte cuanto antes.

Jane se levantó del suelo y se sacudió el césped de su vestido negro mientras sonreía. Sus planes estaban saliendo tal y como ella lo había planeado, solo era cuestión de tiempo que te encontrara y te clavara su afilado cuchillo en el corazón. Era cuestión de tiempo que le dijeras adiós a éste mundo. La cuanta atrás ya había empezado para ti.

Mientras tanto, el sol ya se había empezado a asomarse entre los altos edificios de la ciudad. Por culpa de la luz, tus ojos se abrieron con dificultad, aunque no habías conseguido dormir nada esa noche, maldijiste al sol repetidas veces entre dientes por mostrarse.

A regañadientes te levantaste de la cama de Axel y te miraste al espejo que había en su armario. No te gustó lo que viste: tu rostro entero era un desastre, ojeras, piel exageradamente pálida por no salir a la calle, tu pelo estaba hecho un auténtico desastre y juraste advertir que habías perdido peso, quizás demasiado.

Te levantaste y trataste de arreglarte un poco mojando tu rostro, peinando un poco tu cabello con los dedos y haciéndote una coleta alta para que no se notara tanto lo grasiento que estaba.

Después de arreglarte lo mejor que pudiste, saliste de la habitación y fuiste a la cocina para encontrarte a Axel sentado en la mesa de la cocina, leyendo el periódico y con una taza de café descafeinado a un lado.

Painted Smile (Jeff The Killer Y Tú)©»Terminada«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora