CAPÍTULO 7

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07|¿Y SI...?

Alexandra

Mi habitación vibra a ritmo de electro-house. Abro las ventanas dejando que entre la luz y la suave brisa placentera de la calle. Miro hacia arriba desde la ventana descubriendo un cielo azul y despejado. Hoy hace un día perfecto para hacer skate y practicar nuevos trucos.

—Alex, ¿te vienes al parque con el skate? Ya están todos allí —entra como Pedro por su casa uno de mis mejores amigos desde la infancia, Gonzalo.

—Claro, deja que coja mi skate —acepto bajándome de la mesa para buscar mi patineta tras la puerta.

Gonzalo asiente y se va. La verdad es que él y yo nos hemos criado juntos. Nuestras madres son primas y, además, vecinas. Se podría decir que nos conocemos desde la barriga. Todavía recuerdo las trastadas que le hacíamos al señor Rodríguez. Éramos el terror del barrio.

Sonrío recordando esos tiempos pero mi sonrisa dura poco al darme cuenta de que las ruedas del skate están incapaces. No puedo ir a patinar con las ruedas así. Busco mi otro skate debajo de la cama pero este ni siquiera tiene las ruedas puestas.

—Que idiota, ¿cómo no me di cuenta del estado de mis patinetas? —me reprocho a mí misma en voz baja.

Últimamente no he tenido mucho tiempo para mí misma debido al trabajo, las clases y los demás proyectos. Necesito unas vacaciones, o al menos, unos días para mí. Busco mis skates y me encuentro con que todos tienen algo por arreglar. Que si la tabla está rota, que si las ruedas están mal...

—¡Gonzalo! ¿Me dejas un skate? Los míos están inservibles —entro en el salón buscando algún skate en condiciones que pueda llevarme.

Gonzalo está sentado en el sillón con los pies sobre su patineta. Él para venir de una familia de jirafas es bastante bajo, puede ser que sea de mi estatura o un poquito más alto. Aunque eso no le afecta mucho a la hora de ligar. Gonzalo tiene esa aura de magnetismo que te atrae hacia él. Aún con un chándal del año de la pera se ve atractivo. Cuando éramos niños nos aprovechábamos de su atracción para conseguir galletas y golosinas, y cuando comenzamos a crecer él lo usaba para conseguir chicas y yo para librarme de los castigos.

—Ni lo sueñes. La última vez que te deje una de mis patinetas casi te la cargas —se niega levantándose del sillón para quitarme el skate que ya tenía en mano.

—Ya, pero después te conseguí un pase VIP para las competiciones —le recuerdo con el ceño fruncido.

—No Alex y punto —termina nuestra discusión sin darme tiempo a convencerlo siquiera.

—Pues entonces vete a patinar sin mí. Déjame aquí sola y triste... —intento hacerle chantaje emocional, pero él solo niega con la cabeza y se va.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora