CAPÍTULO 20

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20|TENGO UNA IDEA

20|TENGO UNA IDEA

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David

Me encuentro en el mismo lugar de siempre, sentado en el banco de siempre y a la hora misma hora de siempre.

Miro el reloj que mantengo colocado en la muñeca izquierda y luego saco el teléfono móvil del bolsillo derecho de mi chaqueta y miro la hora en él. En los dos marca la misma hora, ni un minuto más, ni un minuto menos. Son las tres en punto, por lo tanto Alex debe estar a punto de salir de sus clases. Le espero impaciente sentado en el banco. Últimamente nuestra relación va en progreso. Me siento cómodo estando a su lado, es más, me gusta pasar el tiempo a su lado. El otro día me lo pasé genial acompañándole al Hospital y haciendo felices a esos niños. Los nervios me pueden al no verla aparecer y comienzo a juguetear con mis dedos. ¿Por qué está tardando tanto en salir? Vuelvo a mirar la hora tanto en mi reloj como en mi teléfono móvil y soy consciente de que tan sólo ha pasado un par de minutos desde que miré la hora por última vez. Parecía haber transcurrido mucho más tiempo. Me muerdo las uñas nervioso mientras la espero. Es una mala costumbre que tengo, y que detesto, pero no puedo evitar hacerlo. La espera me desespera. ¿Qué tendrá Alex planeado hacer en esta tarde?

Miro hacia la puerta de entrada y entonces la veo aparecer. Rápidamente me pongo en pie para recibirla. Alex viene caminando a su ritmo con una patineta de skate que hace más bulto que ella bajo su brazo, y trae una mochila colgada en sus hombros. La veo negar con la cabeza sacudiéndola de izquierda a derecha sin parar mientras se dirige hacia mí, y su cola de caballo se balancea de una manera graciosa de lado a lado. Una pequeña sonrisa viene acompañándola en su rostro. Es bonito verla sonreír, debería hacerlo más a menudo.

—¿Qué vas a hacer está tarde? —le pregunto sin rodeos cuando llega hasta mí.

Voy directamente al grano. Su sonrisa desaparece, y es sustituida por una mirada de lo más fulminante. Creo que acabo de meter la pata como siempre.

—Hola David, veo que te encuentras muy bien. Yo también, gracias... —me dice con un tono sarcástico que no me gusta nada.

Caigo en la cuenta de que ni la he saludado. Eso ha sido de muy mala educación por mi parte.

—Hola —le saludo. Más vale tarde que nunca—. Bueno, dime que vas a hacer esta tarde —vuelvo a decirle insistente.

Alex suelta un suspiro y rueda los ojos al cielo, parece molesta. Espero que no le esté dando mucho la lata y espero que tampoco le moleste mucho el hecho de tenerme presente tarde sí, tarde también.

—Voy al Skatepark, y antes de que me preguntes nada no, no puedes venir —me cuenta antes de que le pregunte si puedo acompañarla.

Seguidamente se da media vuelta sobre sí misma, quedando de espaldas a mí y totalmente dispuesta a marcharse. Comienza a caminar a paso rápido y se va dejándome con la palabra en la boca. ¿Por qué no puedo acompañarla? Quiero hacerlo. Sin más tiempo que perder la sigo dando grandes zancadas tratando de alcanzarla, pero ella al percatarse de que voy detrás suya hecha a rodar su skate y con toda la agilidad del mundo monta en él antes de que llegue a alcanzarla.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora