CAPÍTULO 25

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25|TU PEOR ENEMIGA

David

El motor de un coche ruge de fondo, eso es lo único que escucho. Me centro en escuchar algo más, y creo que lo consigo. Escucho mi respiración. Un quejido lastimero brota de mis labios al intentar moverme y enseguida tengo que echarme una mano a la cabeza, la cual me martillea de manera continua sin parar. Suelto otro quejido de dolor al sentir una enorme punzada y noto un sabor metalizado que me sabe a sangre. ¿Qué está pasando? Me dejo caer hacia atrás apretando con fuerza los ojos. Al hacerlo mi espalda choca contra algo blando. Intento abrir los ojos. Estos me pesan y me impiden hacerlo, pero insisto en abrirlos y finalmente lo consigo. Enseguida me doy cuenta de donde estoy. Me encuentro en el coche, en medio de la carretera y en medio de la noche. Comienzo a recordar lo que ha sucedido. He estado a punto de estrellarme contra la parte trasera de un camión cuando iba de camino a recoger a Alex.

—Alex... —murmuro.

Miro la hora una vez más. Son las ocho y media. ¿He perdido la conciencia durante quince minutos? Joder. Podría haber sucedido una desgracia si algún loco, como lo he sido yo, hubiese pasado a la velocidad con la que yo lo he hecho por esta curva cerrada. Si hubiese llegado a pasar seguramente se habría estampado contra mí. Por suerte nada de eso ha sucedido gracias a que esta no es una carretera muy transitada. Piso embrague, meto primera y despacio salgo del lugar en el que me encuentro. Sé que no debería conducir en este estado. Mi vista se va nublando a cada momento que pasa. El golpe que me he dado en la cabeza es testigo de ello. Lo correcto sería que llamase a Yoel o a Ricky para explicarles lo sucedido, pero sin embargo me arriesgo hasta llegar al Hospital. Una vez allí dejo el coche aparcado en el primer estacionamiento que encuentro. Apago el motor, bajo del coche y echo el seguro. Corro hacia la entrada, y al hacerlo me da un mareo que hace que tropiece con mis propios pies. Casi caigo al suelo, pero recupero mi compostura antes de hacerlo. Al entrar no veo a Alex por ningún sitio. Saco el teléfono móvil de mi bolsillo y veo doce llamadas perdidas de Ricky. De repente una nueva llamada entrante se ilumina en mi pantalla.

—¡Tío! —exclama Ricky cuando descuelgo—. ¿Se puede saber dónde estás? —me recrimina.

—En el Hospital, acabo de llegar —le digo con la voz apagada.

Mi vista se vuelve a nublar una vez más, y mi cuerpo se balancea inconscientemente de lado a lado.

—¿Tío estás bien? —me pregunta a través del altavoz.

—Creo que... —mi voz se corta.

Soy incapaz de pronunciar alguna palabra. Me siento cansado.

—¿David? —la voz de Alex resuena en mi cabeza.

El teléfono móvil se resbala de mi mano, miro al frente y veo dos bultos borrosos ante mí. Puedo diferenciar que uno es más alto que otro, pero nada más.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora