CAPÍTULO 19

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19|ES UNA SORPRESA

Alexandra

Camino por el pasillo principal de mi facultad directa hacia la salida.

Hay muchos grupos de universitarios aquí, están los que se encuentran charlando animadamente y luego están los otros que se encuentran corriendo de arriba abajo con prisas, ya que hoy es viernes y muchos vuelven a su lugar de origen por ser fin de semana. Algunos estudiantes veteranos de esta universidad me saludan y se paran para conversar conmigo un rato, pero yo sólo quiero llegar a la salida. En mi mano derecha aguanto una bolsa gigante, y estoy deseando ver la cara que se le va a quedar a David cuando descubra lo que hay en su interior.

Han pasado unas cuantas semanas desde que le dio el ataque de claustrofobia, y muchas más desde que acabó con su voluntariado obligatorio. Desde entonces, David me espera ahora todos los días a las afueras de la facultad sentado en un banco, al que ha apodado como "El banco de los archienemigos." Siempre le encuentro ahí sentado y cuando llego hasta él me mira con una sonrisa deslumbrante en la cara y entonces me pregunta... "¿Qué vas a hacer está tarde?." Los primeros días me resultaba un tanto extraño verle ahí sentado esperándome, y aún más me resultaba que me preguntase que iba a hacer por la tarde. Siempre he tratado de contestarle con algo de lo más sarcástico, pero al final siempre he terminado diciéndole dónde voy, y a qué voy.

Desde entonces ha transcurrido una semana, y ahora pasamos la mayoría de las tardes juntos. He de decir que me he acostumbrado al hecho de que me espere sentado en el banco y me haga su mítica pregunta. No puedo negarlo, y la verdad es que me lo paso bien con él. Me he dado cuenta de que hemos comenzado a llevarnos mejor, y también me he dado cuenta de que David es una persona muy graciosa y muy amable, cuando quiere. Lo que más me ha sorprendido de él es que siga con el voluntariado en la residencia. Josefina y él se han hecho muy amigos, y por una parte verles juntos me da un poco de miedo. Seguramente ahora mismo David me está esperando sentado en el banco con las manos metidas en los bolsillos o tecleando algo en su teléfono móvil. Ya me quedan pocos pasos para llegar a la salida. Estoy ansiosa porque vea lo que se encuentra en el interior de la bolsa, y sólo espero que no se niegue a hacerlo.

Nada más salir busco con la mirada a David, pero mi semblante se torna serio cuando veo a Nerea acercarse a él y abrazarlo por la espalda. Él se gira con una sonrisa, pero al parecer no es ella a quién esperaba encontrar abrazada a él. David la aparta un poco de su cuerpo empujándola levemente de los hombros, y yo frunzo el ceño al ver como Nerea no se rinde y vuelve a toquetearle. Tiene que apartarse de él, hoy David tiene que concentrarse y hacer felices a muchos niños. Tomo una gran bocanada de aire y planto una sonrisa sarcástica en mi cara dispuesta a continuar con mi camino hasta llegar a la pareja.

—Nerea, ¿cómo te lo tengo que decir? —le pregunta David malhumorado—. Déjame en paz... —escucho que le dice, pero más ese déjame en paz ha sonado a súplica.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora