David
—Entonces esto es así... —le digo sujetando el lápiz y probando a hacer el ejercicio por novena vez.
No me entero ni a la de tres.
—¡No! —me niega rápidamente riñéndome—. Te he dicho ochenta mil veces que esto es...
Desconecto totalmente de lo que me dice. No oigo nada, simplemente me centro en el movimiento de sus labios como llevo haciendo durante toda la santa tarde. Normal que no me entere de absolutamente nada, estoy empanado y ansioso por besarla. Llevo sin hacerlo demasiado tiempo...
—¿Me estás escucha...
La corto a la mitad. No la dejo hablar. La beso sin que lo espere, es lo más inteligente que he hecho hasta ahora. Mis labios cubren los suyos mientras voy dejándole leves caricias sobre ellos. Sin esperarlo, de un momento a otro siento como me da un enorme empujón en el pecho con ambas manos para apartarme de su lado con violencia.
—Co-Como vuelvas a hacer eso mientras estamos estudiando te doy un puñetazo —me advierte enseñándome su dedo índice amenazante.
—¿De verdad? —vacilo enarcando una ceja.
Alex achina sus ojos. Con ese simple gesto me ha dejado más que claro lo que eso significa.
—Está bien —acuerdo—. Pero como tú me des un puñetazo yo... —me paro a pensar—. Te beso.
Esto último no sé si lo he dicho en voz alta o lo he pensado, solo sé que ella no ha puesto pegas de por medio. Alex comienza de nuevo a recitar su explicación, pero yo nuevamente desconecto de la realidad y me quedo con la mirada fija en lo que deseo ahora mismo.
Creo que estoy borracho, y no es de alcohol.
—¡No me estás escu...
No, no la estoy escuchando y tampoco tengo ganas de seguir haciéndolo, por eso la callo de nuevo con un beso. Esta vez Alex no me aparta de un empujón, es más, me sigue el juego de caricias y lenguas. Noto como en uno de nuestros besos sus labios se curvan formando una sonrisa sobre los míos.
—¿Te he avisado, o no te he avisado? —pregunta en un susurro.
Sus labios chocan contra los míos mientras habla y su aliento fresco, debido al chicle de menta que mastica, se mezcla con el mío. Mientras tanto yo frunzo el ceño confundido. He perdido la noción del tiempo y he olvidado por completo todo pensamiento que se me cruzaba por la cabeza. ¿A qué se refiere?
—¿Qué? —pregunto inocente.
De la nada veo un puño volador, el cual no tarda en estamparse sin piedad contra mi cara. Más específicamente se estampa contra mi nariz, la cual creo que acabo de escuchar crujir.
—¿Qué haces loca? —grito llevándome las manos a la zona dolorida.
Ahora la nariz me duele de cojones, y si no me está sangrando es todo un milagro. ¿Por qué la mayoría de golpes que se reciben van a parar directamente contra la nariz? No lo entiendo.
—Lo siento —se disculpa llevándose las manos a la boca.
Al mirarla de reojo la veo asombrada. Sus ojos están abiertos de par en par. Supongo por su expresión que ni ella misma creo que se esperaba la fuerza con la que me ha golpeado. Se le ha ido de las manos.
—Lo siento... —vuelve a disculparse mirándome arrepentida.
Me quito la mano de la nariz y la examino con rapidez por si acaso estoy sangrando. Por suerte para mí no lo hago, y parece ser que el dolor va calmándose muy poquito a poco.
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La primera vez con mi peor enemiga.©
Novela JuvenilSegunda parte de la serie «Destino» Se puede leer sin leer la primera parte, pero si tienes pensado leerla NO LEAS esta, te hará todo el spoiler del mundo. ~•~ Un corazón hecho trizas es difícil de volver a arreglar. Las piezas esparcidas no encaja...