CAPÍTULO 27

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Os aviso de que este capítulo puede dejaros un poco confundidxs mientras lo vais leyendo, ya que he cambiado cosas. Ya lo entenderéis cuando lo leáis. *carita pornosa*

27|TU MÁS BONITA CASUALIDAD

David

Unos porrazos en la puerta me despiertan haciendo que me sobresalte sobre la cama.

—David —escucho la voz de Yoel llamarme desde fuera.

Me hago el remolón en la cama haciendo como si no hubiese escuchado absolutamente nada. Gruño un poco y doy media vuelta sobre mí mismo. No quiero que nadie me moleste ni me despierte. ¿Acaso no ve que necesito dormir?

—David tío... —gruñe, y está vez su voz es más cercana.

Yoel está entrando en mi habitación sin mi permiso. Le oigo caminar hacia aquí, y cuando llega hasta el borde de la cama extiende sus brazos hasta que llega a tocarme para comenzar a zarandearme. Abro los ojos poco a poco. Sólo lo hago con la intención de que me deje en paz. Al abrirlos por completo me encuentro con un Yoel con cara de enfadado frente a mí. Mi amigo tiene los brazos cruzados sobre su pecho. Parece ser que no tiene ni una mínima intención de marcharse hasta que consiga hablar conmigo.

—Nosotros ya nos vamos para casa, ¿te esperamos? —me pregunta.

Bufo molesto y vuelvo a dar una vuelta sobre mí mismo.

—Mmm... —murmuro volviendo a cerrar los ojos haciéndome el remolón en la cama.

Escucho bufar a mi amigo. Le estoy desesperando, lo sé, así que peor lo hago. Vuelvo a hacerme el dormido mientras voy soltando leves ronquidos.

—David, sé que estás despierto... —medio gruñe.

Noto como muy poco a poco el enfado resurge en su interior. Desde que le conozco y tengo uso de razón he averiguado que me encanta picarle, ya que Yoel es una persona con muchísimo pasotismo al que le da todo igual y al que cuesta mucho trabajo enfadar. Por eso más que nada me gusta picarle, para conseguir enfadarle. Una sonrisa se forma en mis labios de sólo saber que lo estoy consiguiendo.

—Esperadme... —murmuro con voz amortiguada al tener la boca pegada contra la almohada.

—No tardes —me advierte.

Le enseño mi dedo corazón como respuesta. Luego escucho como sale de mi habitación cerrando la puerta de un gran portazo. Gruño al oírlo. Doy una nueva media vuelta sobre la cama que me deja posicionado boca arriba. Me desperezo estirando piernas y brazos, y me quedo por un buen rato en la misma posición mirando fijamente el techo blanco pintado de mi habitación. Al mover el brazo izquierdo, algo roza los dedos de mi mano, cosa que me obliga a dar media vuelta en dirección hacia la izquierda. Encima de la almohada, justo donde había notado que algo me rozaba, encuentro un pequeño papel muy bien doblado. Sujeto este en mano y comienzo a desenrollarlo poco a poco con cuidado de no romperlo. Veo pequeñas letras borrosas escritas con bolígrafo negro sobre él, pero mi vista está tan nublada que me impide ver con claridad que es lo que hay escrito en el papel. Froto mis ojos con ambos puños para despejarme, y después de esto me dispongo a leer la nota.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora