CAPÍTULO 24

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24|YA VOY YO

David

Ha cambiado todo tanto. Si hecho la vista cuatro meses atrás creo que nunca llegué a imaginar que alguien como Alex llegaría a mi vida para romper todos mis esquemas, y para acabar adentrándose en mi corazón. Ahora sé algo más. Sé que su faceta de chica ruda es solo una apariencia, una apariencia con la que crea alrededor de ella un enorme escudo. Y todo para defenderse, para conseguir así que no le hagan daño. He podido verla en más de una ocasión un poco abatida, sin embargo; siempre ha sabido disimularlo bastante bien ante mí. He conseguido descubrir bastantes cosas sobre ella, pero no todas las cosas que me gustaría saber. Al menos ahora sé que Alex es una chica dura pero a la vez débil. Alex es increíble. Nuestra cita fue increíble. Aquel beso, sus labios, sus...

—Debo estudiar... —murmuro para mí mismo al darme cuenta de que una vez más me he ido a mi mundo.

Intento dejar de pensar en Alex tratando de centrar la mirada en los apuntes que tengo sobre el escritorio, pero no consigo ver nada. Todo está oscuro. Me senté aquí cuando aún era de día y entraba claridad por la ventana, ¿ya es de noche? Bostezo fijando la mirada en la ventana. El cielo está oscuro, y a mi habitación no entra más que la luz de la farola que alumbra en la calle. ¿Tanto tiempo llevo a oscuras? Es más... ¿Tanto tiempo llevo pensando en ella? ¿Tanto que ni siquiera me he dado cuenta de que ya es de noche? Hecho mano a mi teléfono móvil, lo desbloqueo y veo que son las siete y media de la tarde. Suspiro sólo de pensar todo lo que tengo que estudiar para los exámenes que tengo después de la Navidad, ya que al fijarme en la página por la que me he quedado se encuentra marcando la página tres. Durante toda la tarde lo único que he hecho ha sido eso, estudiar tres páginas, estudiar tres malditas páginas. Dejo un golpe con el puño cerrado sobre el escritorio.

Alex me está volviendo loco.

—¿David? —preguntan tras la puerta dejando dos leves toques sobre ella.

Pego un bote repentino sobre la silla. Con rapidez prendo la luz dándole al interruptor, y con la misma rapidez paso las hojas de los apuntes como si viniese mi madre a ver que estoy haciendo, a averiguar si estoy con el teléfono móvil entretenido en lugar de estar estudiando. Al menos voy a hacer el papel de que he estudiado un poco más.

—Entra —le doy paso.

Ricky aparece tras la puerta con una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Todo esto es muy sospechoso... ¿Qué estará tramando?

—¿Me prestas tu coche? —me pregunta.

—¿Mi coche? —pregunto de manera sarcástica por si acaso, en un mundo paralelo a este, he oído mal.

Veo a Ricky asentir con la cabeza un par de veces de arriba abajo. Todo el mundo del planeta tierra sabe que mi coche no se lo presto absolutamente a nadie, es más, Ricky cada vez que necesita transporte o lo hace en metro, en autobús, o en alguna ocasión que otra ha acabado pidiéndole el coche a Yoel porque según él lo que tenía que hacer era muy urgente. No le pienso prestar mi vehículo. Mi coche es sagrado para mí.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora