CAPÍTULO 30

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30|NO QUIERO SUFRIR

DAVID

A pesar de haberle enviado mil mensajes, y de haberle llamado otras mil veces, sigue sin dar señales de vida.

Me encuentro sentado en uno de los sillones del salón con el teléfono móvil en mano dispuesto a llamarla de nuevo. Marco su número y espero impaciente tras la línea a que conteste. Escucho como suena un toque, dos, tres... Hasta que nuevamente salta el buzón de voz tal y como lo ha hecho las veces anteriores. Todo esto comienza a preocuparme. Yoel me ha dicho que hace al menos tres horas desde que dejaron a Alex en el parque que está cerca de casa, según les dijo ella, tenía ganas de caminar un poco a solas hasta llegar aquí. He intentado durante toda la tarde contactar con Alex, pero de ninguna manera me ha sido posible. Ya son las once de la noche, lo que significa que lleva sola desde las ocho de la tarde. Ha pasado demasiado tiempo desde que no sabemos nada de ella. Es imposible saber dónde está, y la situación comienza tanto a desesperarme, como a asustarme. ¿Y si le ha pasado algo?

—¿Aún no ha vuelto tu amiga? —escucho preguntar a papá, quién entra en el salón con una sonrisa.

—No —niego cortante con la mirada fija en el suelo mientras jugueteo a entrelazar mis manos.

Doy un leve suspiro y esta vez miro al techo blanco del salón como si este fuese a darme alguna respuesta del dónde estará Alex.

—Tu madre y yo nos vamos a dormir ya y me voy a quedar con las ganas de conocerla... —murmura sentándose sobre el reposabrazos del sillón en el que me encuentro acomodado.

Papá comienza a dejar varios toques suaves con la palma de la mano abierta sobre mi espalda. Los toques parece que me los está dando en forma de consuelo. No necesito que se compadezca de mí.

—Tendrás tiempo de conocerla, pasará unos días aquí —le informo—. Seguramente se habrá entretenido por el camino... —le digo intentando que parezca creíble, tanto para él como para mí mismo.

Aunque estoy más que seguro de que Alex no quiere volver a casa. He sido un completo idiota al no intentar explicarle que es lo que me ocurría, porqué me sentía mal... Siempre dicen que hablar es la mejor solución para todos los problemas, cosa que yo intento la mayoría de veces evitar. Por eso todo se vuelve en mi contra.

—Voy a ir a buscarla —le digo después de reflexionar conmigo mismo—. Buenas noches.

—Ten cuidado —me advierte.

Tengo que encontrar a Alex, y lo primero que voy a hacer después de eso va a ser hablar con ella. Vamos a solucionar nuestros malentendidos y a comportarnos como dos personas adultas y civilizadas que pueden mantener una conversación abierta fácilmente. Eso es lo que voy a intentar hacer.

Me levanto del sillón con decisión, camino hacia la entrada de casa y antes de salir alcanzo la chaqueta vaquera que se encuentra colgada en el perchero de la entrada, la cual me paso por los hombros colando los brazos en su interior. Fuera debe de hacer un frío que pela, aunque creo que es lo normal estando en pleno invierno como estamos. Antes de salir de casa cojo lo esencial: las llaves de casa, las del coche, la cartera y el teléfono móvil, quizás a Alex por alguna razón le da por llamarme. Una vez que estoy listo me dispongo a salir. Abro la puerta con cuidado de no hacer ruido y cierro de la misma manera, aunque está chirría un poco al hacerlo, pero eso ahora es lo de menos. Al girarme para cruzar el porche de casa veo una sombra parada y sentada en los escalones de la entrada, y sé a ciencia cierta a quién pertenece esa sombra. Diferencio sus puntas tintadas de morado y la sudadera verde militar que lleva puesta bajo la penumbra de la noche. Creo escuchar unos leves sollozos de fondo, pero no estoy muy seguro de ello. De lo que estoy más que seguro es que ha pasado todo este tiempo aquí fuera tiritando de frío como se encuentra haciendo ahora mismo.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora