-estas de broma Andrea, tu y yo tenemos mucho sin.-antes de que termine su padre me detiene.
-Hugo no voy a dejar que dudes de mi hija de esa forma, si ella dice que esta embarazada, entonces o boda se tiene que adelantar, o ¿quieres que mi nieto nazca fuera del matrimonio?.-mi familia me ve esperando a que le contesté a este viejo.
-lo siento señor, simplemente yo no me puedo casar con ella.- le dijo mientras me paró de la mesa.- y si quiere saber la razón, pregúntele a su hija porque la dejé.- sin esperar contestación salí del restaurante escuchando los gritos de mi madre, luego hablaré con ella.
16 de octubre del 2001.
Después de irme del restaurante recibí muchas llamadas de mi madre y de Andrea, las cuales sólo contesté una de mi madre donde me regaño como si tuviera 5 años, le hable de mi problema con andrea y el porque no quería casarme, me entendió, pero ella cree que ese bebé es mío, por Dios debe de ser de todo el mundo menos mío.
Camino muy despreocupado por la vida, como normalmente lo hago, hasta que me encuentro a una castaña preciosa, formada para poder entarar al bar, me acerco a ella y la invito a pasar conmigo ya que conozco al dueño del bar, ambos entramos y esta pequeña niña tiene algo que me es muy famliar pero aun no lo se.
Dime Sofía, ¿tienes hermanos?.- ella rie y sigue tomando.
- si una hermana mayor, su nombre es lizeth.- ese nombre me es tan familiar, pero ambos ya llevamos muchas copas encima que hacen que me olvide de todo.
-bueno pequeña ya es demaciado tarde, te llevo a tu casa.- por alguna razon que ella tenga un parecido con lizeth, no me gustaría pasar una noche con ella.
-no te preocupes Hugo, tu vete yo me quedo aquí con mis amigas.- asiento con la cabeza y le doy un beso en la frente como despedida, antes de irme le digo un cuidate, es lo que le digo a todas las personas con las que pase una noche.
No se como demonios llegue a casa, pero aquí estoy tirado en mi cama pensando en mi vida, todas las personas que han pasado por mi ella y sólo una dejo algo en mi, lizeth, recuerdo el día en el que estuve en su casa, después de qué todo acabará, ella se quedo dormida encima de mi, yo no podía dormir, sólo la podía apreciar y pensaba que algún día yo estaría con ella, cuando sentí que ella se empezaba a quejar, la levante y la lleve a su habitación, la acosté en la cama y ella hablo.
-Hugo, no ye vayas.- estaba sorprendido de que se acordará de mi, ella estaba tan ebria.
-no me iré te lo prometo.- ella soltó mi brazo y se quedo domirda, por obvias razones yo no me podía quedarme en su casa y decidí irme, no sin antes dejarle una nota, para ella pudo ser algo insignificante, para mi palabras llenas de verdad.