25. Algo inesperado

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Salgo destrozado, mi mundo podría acabarse en tan solo unos pocos meses. Toda la felicidad que tanto me ha costado alcanzar llegará a su fin. La idea de perder a Ana me desgarra, preferiría mil veces ser pobre que perder a mi familia, pero esa maldita no quiere mi dinero.

Me reencuentro con Taylor y no sé qué decirle, no quiero exponer a mi familia, pero tampoco quiero perderlos.

-¿Se encuentra bien, señor?

-No Taylor. . . Mi mundo está perdido.

Cuando le conté todo, su cara palideció. Estamos tratando con mafiosos y me preocupa mi familia, no soportaría que algo malo les sucediera. Taylor intenta calmarme pero no lo consigue. Me dieron un plazo y si no lo cumplo cosas realmente malas sucederán.

-Se ve mal, señor. ¿Quiere que lo lleve al hospital?

-No Taylor, ya se me pasara. Llévame a casa, quiero estar con mi esposa e hijo.

Al regresar paso por la habitación de Ted y lo veo dormir, luego voy con Anastasia que también se ha quedado dormida. Me desvisto y entro a la cama junto con ella que está tan dormida que ni me ha sentido. Tal vez deba disfrutar de ella en este corto tiempo que nos queda, aún no puedo hacerme la idea de alejarnos. Quiero luchar por mi familia. ¿Y si se lo digo? No, eso pondría en riesgo. . .

Cinco semanas después. . .


Hace unas semanas que volvimos a Escala, esta ha sido una semana más tranquila. Trato de no pensar tanto en lo que pasa, Teddy ayer tuvo su primer día de clases y estaba muy emocionado. Aumente la seguridad para ambos, aunque eso a Ana le incomode.

Hemos hecho el amor más de lo habitual últimamente. Cuando ella está sola en casa, suelo escaparme un rato de la oficina, y aprovechamos que Teddy no está para tener algo de intimidad.

Sigo sin poder imaginar la vida sin ella. . .

La luz solar que entra por la ventana es muy fuerte, despierto y no veo a Ana por ninguna parte. Quiero entrar al baño pero este está cerrado con llave.

-¿Ana, estas ahí? ¿Por qué cerraste la puerta?

-Déjame sola, por favor.

-¿Cariño, qué pasa? ¿Estás bien?

-No. . . Déjame sola, por favor.

La espero dos minutos y no hay respuesta. –Nena vamos, ábreme.

-Está abierto. . . Entra. . .

Cuando entro la encuentro sentada en el suelo, se limpia la boca y trata de ocultar la clara evidencia de que estuvo llorando.

-¿Nena, qué tienes? ¿Estás enferma?

-No lo sé, Christian. Esta mañana cuando desperté me sentía mal, viene al baño y vomite todo lo que comí anoche.

-Debes tener alguna infección. . .¿Quieres que llame a algún médico para que venga a revisarte o prefieres que vayamos al hospital?

-No hace falta. . . Creo saber lo que me pasa.

Su preciosa cara está pálida -¿Qué te ocurre, Ana?

No me responde así que me siento a su lado y la abrazo.

-No lo puedo creer, ¿cómo es que olvide ir a la cita, otra vez?

-¿De qué hablas, amor?

Mi Anastasia: mi más, mi todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora