28. E-mail

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-¡Susana! ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejo entrar? ¡Llamaré a seguridad!

-Tranquilízate querido, yo no haría eso si fuera tú. . . Necesitaba verte.

-¿Qué quieres? Sabes que amo a Anastasia.

-Por favor. . . No me vengas con cursilerías, tú no la amas. Ella no puede darte lo que quieres.

-Tú no sabes nada.

Golpeo muy fuerte mi escritorio y fijo mi penetrante miranda en ella.

La veo aproximarse a mí –Podemos pasarlo muy bien, querido. . .

-¡No me toques! – La alejo.

-Te estas equivocando.

Me toma por sorpresa y atrapa mi boca con sus venenosos labios de víbora. Se me comprime el estómago. La odio.

-¡Vete de aquí, maldita!

-Shhh. . . Cuidado con esa boca, cariño. . . Lo que podría hacerte. . .

-Cállate y déjame en paz – Siseo.

-No sabes lo que dices.

-No te tengo miedo. Ahora vete o llamaré a seguridad.

-Nos volveremos a ver, no será fácil esto.

Se acerca y me observa con mirada desafiante antes de marcharse.

La odio y el solo hecho de que este en la misma habitación que yo me produce malestar. ¡¿Quién demonios la dejo entrar?!

-¡Andrea! – Estoy furioso - ¿Quién dejo pasar a esa mujer?

-Lo lamento señor, dejo mi puesto un momento para atender una llamada.

-Averigua quién la dejo entrar y envíalo con Roy, quien haya sido está despedido. Ahora vete.

Por mis nervios le he gritado a todo el mundo, lo único que deseo es que termine de una vez por todas la reunión con los asiáticos para poder regresar a casa y estar con mi esposa e hijo.

En casa

-¡Papi! Mami se ha sentido mal.

Voy a la habitación y me encuentro a Ana acostada -¿Todo bien, cariño? – Le acaricio el pelo.

-Si quieres llamo a la Dra. Greene para que nos haga una visita.

-No, no hace falta. Seguro es por el embarazo, he tenido mareos y nauseas todo el día, ya Gail me ha dado un té y se me está pasando.

Acaricio su vientre y me acerco para hablarle – Hey pequeñín, mami y yo te estamos esperando, ya queremos verte.

-Christian. . . – Ana jadea – Estas tocándome. . .

-¿Si? ¿Y si bajo más mi mano? – Bebé no le digas a nadie lo que tu mamá y yo haremos.

-Mmm. . .

Sigo bajando mi mano hasta llegar a su vagina y meto un dedo entre sus bragas.

-Lista, ¿eh?

-No me tiente, señor Grey.

Me toma de la camisa y tira hasta tumbarme en la cama, ella se levanta y cierra la puerta con llave.

-¿Qué vas a hacerme?

-Ya vera, señor Grey.

Lo primero que hace es bajar el cierre de mi pantalón. . . Sus manos son mágicas, ni bien me toca mi erección crece y se endurece. Cierro los ojos de placer. . .

Mi Anastasia: mi más, mi todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora